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EN BÉRRIZ (MEDITACIÓN EN SOLEDAD)


Aventurarse a vivir des-provisto de blindajes. Tenderse, ahora, en invierno, bajo un árbol desabrigado de hojas, a la sombra del follaje de su desnudez, hallando en ella el cobijo del plomizo cielo… Todo eso es para mí un abrirse a la escucha del silencio de fondo de todos los días, de todos los meses, de todas las estaciones, de todas las tempestades y vientos….

Callarse -sin dejarse acallar, porque hasta las piedras braman vida- ante la oración que, hecha silbo en la frontera de los vientos, clama frente al solemne roquedal del monte Amboto. Aventurarse a des-cubrir la vida que pulula en cada piedra, la certeza que anida en toda duda, la potencia que oculta el vulnerable, la arrolladora fuerza que la fragilidad oculta.

La ola es el océano; una fugacidad que en lo eterno es contenida y en lo eterno es cobijada. Brocal de plenitud su aparente soledad.

Un abrirse al Todo se hace posible cuando cada mujer se vive como todas las mujeres, y cada hombre  como todos los hombres cada hombre.

Todo eso me fue dado ver, y no sin zozobra, en mi soledad bajo el desarbolado árbol de Bérriz, un árbol que él solo era ya un bosque; un árbol qué me mostró que un ser humano, cuando se ahueca y se hace Nadie, puede él  mismo ser toda la humanidad.

 

Nadie es respirar todos los vientos,

todas las tempestades;

ser Nadie, es sentir por todos los sentidos;

ser Nadie es vivir la libertad,

que me abre al mundo en esta aurora

al arte de vivir serenamente a la intemperie,

siendo intemperie.

Aceptando el fulgor y la tiniebla que acompañan mi andadura.

Ser Nadie es vibrar con todas las posibles oraciones

que des-cubren el sentido de todas las posibles religiones,

siendo persona con todas la personas.

Y amarte a ti en mí,

como te estoy amando ahora

sintiendo el gran latido de tu abrazo

en este aquí, en este ahora…

Ser Nada Nadie…

¿Por qué hago inalcanzable

lo que sencillamente soy?

 

RAFAEL REDONDO

Zen

ZEN from Look Zinema on Vimeo.

El ZEN te proporciona el sentido de la nada y la nada esta llena de plenitud

El Zen de la ternura

Sesshin con Rafa Redondo y Pedro Vidal.

Berriz. Noviembre 2013.

Tratar de escribir lo vivido en este Sesshin es como preguntarle al viento qué es lo que ha hecho el fin de semana: te soplaría en la cara, como toda respuesta. Y así me veo a la hora de tratar de contar lo que sea que haya sido.

Dos gigantes de metro setenta han parado a descansar a la vez en el Barnezabal de Berriz, fonda privilegiada del Camino. Dos gigantes, sí, porque cuando alguien se vuelve transparente, se hace montaña, se hace océano, se hace pradera, se hace viento, se hace infinito. Y al transparentarse, te permite ver a su través, y aunque no sepas expresarlo, tu alma reconoce la transparencia, y en ella se regocija. Y lo festeja. Con licor de lágrimas o licor de risa. ¿Qué más da?. Un brindis es un brindis.

Así que ahí va mi copa levantada. ¡Salud!:

Madrugada de primeros de noviembre. Desde el mismo centro de la Tierra entra en mi vientre el soplo de la Gran Madre, acariciando las heridas, esas viejas conocidas a las que gusta disfrazarse de puerta cerrada. A fuerza de empujar hacia abajo, les han ido volando los  ropajes apolillados, hasta mostrarlas como son, costras sobre la piel trémula de un pequeño asustado, enrojecida por los torpes bastonazos del guardián que, en la oscuridad de la noche, venía confundiendo al niño perdido con un malhechor. Y ya desnudo y a la vista el pequeño, con sus heridas al aire, comienza su piel a brillar con el primer albor del amanecer, y las ventanas del pueblo comienzan a abrirse. Y no una, sino todas las madres, se dan cuenta de lo que pasa, y de todas partes salen como una sola  a sostenerle en sus brazos. El cálido aliento de todas a una, acoge a la criatura en su seno y lo va meciendo, explicándole en mil ininteligibles lenguas que siempre Seguir leyendo El Zen de la ternura