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Testimonio de Calais

Desde un estado de consciencia más superficial siento que esto es una intromisión en esta escuela de sabiduría que hemos estado disfrutando aquí este fin de semana. Pero, desde un nivel más profundo, acepto agradecido la invitación y no sólo la acepto sino que quiero pensar que sea hasta bueno el hacerlo. Gracias.

Casi recién llegados a Calais mi compañero y yo, una de las mañanas nos acercamos a la playa en un intento de conocer el ambiente y el escenario en el que nos íbamos a mover. Allí, en la misma orilla del mar se conservan unos bunkers de la época nazi. En uno de ellos había un grafiti dibujado sobre la parte que daba al mar que ponía en una viñeta la frase “Todo está aquí”. Además, no aparecía en francés ni en inglés como hubiera sido lógico, sino en español. Aquello me resonó de una manera particular, me resultaba familiar y misterioso a la vez y me recordaba a cosas vividas y experimentadasen espacios como este foro y a nivel personal. Casi el mismo título que el libro de Gisela Zúñiga “Está todo ahí”. Pero… Seguir leyendo Testimonio de Calais

La gran maestra

Hasta entonces siempre la había visto de lejos, a través de la tele.

Hablaba otros idiomas, residía en otras casas. Siempre evitándola, llamándola de otro modo, cerrando los ojos o mirando para otro lado. Sabía de ella de pasada, en forma de papel pegado a alguna pared, o escondida en un coche oscuro. Le dedicaba media hora máximo, si ésta le tocaba a alguien cercano y acudía a la iglesia.

Siempre le sucedía a otras personas, mas mayores, que habían llevado mala vida o habían tenido mala suerte… hasta que un día se acercó tanto que se llevó consigo parte de mi: adoptó la forma de mi aita. ¡¡Ahí estaba la Muerte¡¡

La vida y la muerte-Gustav Klimt
La vida y la muerte, Gustav Klimt

La injusticia, como la Muerte, ha estado siempre ahí. Pero siempre se cebaba con gente lejana, de otros países, emigrantes, gente de mala vida, de mala suerte… se evitaba nombrarla y para hablar de ella se utilizaban Seguir leyendo La gran maestra

Jesús

Ocurrió en Kioto. Un joven escritor holandés, interesado por el zen, visitó en uno de los magníficos templos budistas de esa ciudad japonesa a un anciano monje que, curiosamente, y pese a ser analfabeto, había alcanzado el grado de maestro zen. El monje preguntó al joven sobre la religión que profesaba, y, al responderle que era cristiano, el maestro zen no ocultó su ignorancia sobre la persona y la obra de Jesús, pero comoquiera que mostrara un evidente interés sobre el galileo, el joven corrió hacia la biblioteca de la universidad de Kioto en busca de un Nuevo Testamento. Y ya de nuevo ante el anciano, este sugirió al joven que le leyera un texto del Evangelio, el primero que se presentara a sus ojos abriendo el libro al azar. El texto que el joven halló ante sí fué el pasaje de las bienaventuranzas.

Acabada la lectura, el monje cerró los ojos y guardó unos minutos de silencioso recogimiento, acompañado de otros monjes que se hallaban con él. Al levantar la cabeza, mirando de nuevo al holandés, el anciano exclamó: «No conozco a quien dijo eso que tu has leído; pero está claro -añadió contundentemente- que esas palabras solo pueden ser las palabras de un buda».

Un buda es un ser despierto. Todos los «Budas» hablan igual, todos expresan la misma experiencia. El anciano y analfabeto monje budista de nuestra historia, no estudió teología, pero, sin otra mediación que el conocimiento intuitivo propio de los hombres despiertos, superó en un instante las obsesivas dudas metódicas de los teólogos bíblicos, al reconocer sin mediaciones, directamente, las señas de identidad de Jesús como Buda -Hijo de Dios- Aquel que daba gracias a su Padre porque tales cosas las velaba a los poderosos y las revelaba a los sencillos.

Pesca tradicional en la Isleta del Moro, Cabo de Gata, Almería http://flic.kr/p/eodvdm

Jesús no vino para fundar religión alguna, sino para Seguir leyendo Jesús