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Renacimiento

Mari, la Dama de Anboto, depositó en el caminante su humilde enseñanza:

“La experiencia de la Unidad se alcanza

a través de la multiplicidad de las formas.

La experiencia del Vacío

a través de la no forma.

Quien sabe, no habla.

Quien habla, no sabe.

Quien nada busca, lo encuentra.

Para encontrarse, primero hay que Seguir leyendo Renacimiento

Vibrando con IparHaizea

Una vez más postrado, arrodillado a los pies del imponente Anboto, en esta ocasión desnudo al cielo metro a metro, orgulloso de su talante, muy seguro tumbado en su lecho.

Una vez más el sonido del cuenco del zendo…, su vibrar resuena con fuerza, y como casi siempre, ese eco, esa reverberación, despierta algo profundo…, algo se mueve muy adentro.

Cierro los ojos, lentamente…, poco a poco el silencio va devorando imágenes, emociones, sonidos, pensamientos…, atento al vaivén, observo su inexplicable movimiento, ensimismado hasta sentir su caminar sin dueño.

Miro escondido, furtivo, y como casi siempre, una vez más, ese extraño, ese sublime momento…, momento perplejo con destino incierto, y como casi siempre, acongojado, siento palidecer todo mi ser, todo mi cuerpo… Así, pierdo el asidero sin quererlo…, abandonado en Seguir leyendo Vibrando con IparHaizea

Dama de Anboto

Rompe el día en el silencio de Berriz. Anboto al fondo despliega de la umbría haciendo Zen. Todo aún calla; los pliegues rocosos de la cueva, morada de Mari, desvelan ya el florear de la luz. La Dama me previene: buscar el despuntar la luz no es apropiarse de ella; más bien dejarla ser, aunque aún te ilumine.

Es el umbral del alba; luz que en cada guijarro prende, fulgurante momento de fuego, en cuyas sombras evanescentes se esconde el invisible dios que espera. Mi amigo Celso Navarro comienza el sesshin. Para él y para su sangha canaria este poema:

DAMA DE AMBOTO

¿Quién creó la escarpada geometría

de las rocas plegadas en la hondura,

ese magma de nubes y espesura

que serpea en Seguir leyendo Dama de Anboto