Zen, una experiencia independiente  de toda cultura y religión 

Zen, una experiencia independiente  de toda cultura y religión 

El camino del Zen encierra un mensaje no sujeto a ninguna cultura ni  tiempos determinados. Así, para el teólogo medieval alemán Eckhart,  castigado por la Inquisición y tan admirado tanto por el gran psicoanalista  Erich Fomm como por el famoso maestro Zen Suzuki, aquello que somos  en nuestro ser profundo no nace ni muere. De ahí que para él la moral  siempre fuera una cuestión de segundo orden. La religión, más que  centrarse en códigos morales, debería señalarnos quiénes somos, que es  lo que persigue el Zen, y cúal es la auténtica fuente de moralidad que nos  lleva a la experiencia del amor al prójimo. Además, cuando uno cae en  la cuenta de quién es, desaparece el miedo a la muerte, porque lo que  somos en el fondo no muere. Desde esa perspectiva, es un error creer  en un juez que me juzgará después de la muerte. El maestro Eckhart,  (tan admirado por los filósofos y practicantes de Zen de la Escuela de  Kioto), arrancó del alma humana algo tan habitual en la Iglesia como  era, y sigue siendo, el miedo y la culpabilidad, piedras fundamentales  en todo poder temporal. Fue demasiado lejos. Libre como un pájaro, se  acercó demasiado a Dios por cuenta propia, sin el previo permiso de los  teólogos, que, desde aquellos tiempos, siguen temiendo que las personas  dejen de sentirse pecadoras al liberarse del servilismo de quien necesita  ser salvado. Por eso fue condenado. Eckhart, igual que los místicos  de todos los tiempos, sigue siendo una amenaza para el poder de las  iglesias. Pero para él, como para todos sus compañeros de camino,  la autoridad esencial reside en la propia conciencia, en la propia  experiencia del Ser que se ofrece en cada instante a ser experimentado.  Eckhart es el precursor medieval del Zen europeo

Rafael  Redondo

 

Música.  Nightnosie  – something of time

 

 

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