Vigilar requiere constancia

 

La religión delimita, dibuja fronteras; la espiritualidad las borra, sin dejar apenas huella. La religión dogmatiza; la espiritualidad exuda silencios. Su palabra, inocente y asombrada, despunta de la no-palabra, se vierte en poesía, reconstruye gozando con la unión : el yo y el tú transmutados en ese espacio sin costuras que es el Uno, donde voy, donde llego. Sin jamás haber salido

 

Rafa Redondo

 

El místico calla, observa en silencio, ausculta el silencio, contempla y se contempla contemplando. Testifica de cuánto –como la inocencia de un niño- toma nota. Vigila, y lo hace con la humilde, pero contundente, certeza de quien sabe que en un momento dado des-aparece el vigilante y al final tan sólo queda la contemplación a secas, des-nuda de todo nudo.
Vigilar requiere constancia y fe, no la fe ciega que procede de la memoria, el entendimiento y la voluntad, sino de la confianza de quien ha vivido en su corazón lo que escribe y dice. En tal sentido, y volviendo a la experiencia de Jesús en Getsemaní, Jürgen Moltmann señala: Caeríamos en la resignación o nos petrificaríamos como interiormente aturdidos, si no ganáramos con Jesús la fuerza para “vigilar”en esta “noche de Dios.
Vigilar significa percibir la realidad de esta “tiniebla de Dios” con ojos abiertos y con todos los sentidos tensos. Y añade que en el Nuevo Testamento no se habla de orar sino de “vigilad y orad”. Sobre todo cuando Dios se hace ausente y en nosotros hace aguas la fe. Se dice que en la llamada “noche oscura” no se ve nada. Falso: se ve La Noche. Dios también se manifiesta en la distancia. La distancia como anzuelo del Pescador de Galilea. Se trata de permanecer abiertos a la escucha. Digo más: vivir para la escucha.
Termina Moltmann: EL Cristo vigilante de Getsemaní nos muestra esta forma de apertura a la realidad de Dios en la ausencia de Dios. La vigilancia en tensa espera es la forma más fuerte de oración porque es una gran respuesta humana a la ocultación de Dios. Vigilamos para Dios…Pero también vigilamos porque esperamos la Venida de Dios.
Rafa Redondo

 

 

Música : Loreena Mckennit – Wild Mountain Thyme

 

 

 

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