Tu primera mirada

Cuando te encontrabas ante el sufrimiento humano, eras el que tomaba la iniciativa sin que nadie te hubiera pedido antes nada.
Ante la viuda de Naím, por poner un ejemplo entre tantos, fuiste Tú quién, conmovido ante la angustia que en aquel tiempo suponía para una viuda quedarse sin los recursos de su único hijo para poder subsistir, por todo eso, clavaste en ella la mirada diciéndole: no llores.
La fuerza de tu palabra puede con la muerte.
Tu primera mirada no se dirige al pecado de los otros, sino a su sufrimiento.
Yo te acojo, Maestro, como la presencia de Dios en el mundo, y desde esa acogida me comprometo a difundir tu buena nueva en la medida en que mis precarias posibilidades lo permiten. Tú eres para mí la Buena Noticia.
Me conmueve cómo te conmueves. Y te pido que yo adopte esa misma reacción, esa misma actitud y esos mismos sentimientos ante el dolor humano. Préstame, te pido, el poder de la compasión que anida en tu mirada para poder mirar a los que sufren como los mirabas y sigues mirándolos Tú. Y te pido la fuerza suficiente para poder hacerlo.
Pon a punto mi sensibilidad para que sienta el vigor de tu Presencia en mis latidos.

 

Rafa Redondo

Buda, tú me abres las puertas a una dimensión vasta y global de la Energía del Ser Vacío; Jesús, tú me revelas lo que “me ocurre” cuando esa Energía se torna forma y modo humanos.
Tú, Buda, aportas y eres la apertura clarificadora; tú, Jesús, su concreción carnal y temporal en la forma del suceder humano vibrando ante Abba.
El Dios de Jesús no nos llama desde las alturas celestes, sale más bien a nuestro encuentro. Es el Dios cercano, a la medida de nuestra carne cuyo amor incluye a los enemigos, otro escalón más que, visto lo que hay, nos hace preguntarnos si no fue demasiado lejos. Porque si el próximo es quien me reclama, ¿a qué razón se debe que yo pase de largo ante la desgracia de un ser humano , como hicieron el sacerdote y el levita que bajaban de Jerusalén a Jericó? Jesús se detuvo, siempre se detuvo; amando hasta el extremo. El amor al prójimo no es un asunto específico de los cristianos, sino el ejercicio más sanador que puede medir la capacidad de salir de las desgracias, un asunto que hoy atañe a todo ser viviente, que se concreta en superar el modelo de economía que mata, en palabras del Papa Francisco, y percibida en nuestra civilización tan inamovible como la luz del sol.
Ni el abstracto amor al Hombre de los filósofos, ni siquiera el amor al prójimo, consuman la misericordia de Jesús. Es el amor al enemigo, su sello, su característica y su práctica, que llevó a cabo con todas sus consecuencias hasta su agonía en el Gólgota.

 

 

Música: Faith´s Hymn – Beautiful Chrous

 

 

 

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