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¿Qué soy?

Soy el punto al que aspiro, ese que da sentido a cada palabra, silaba, trazo, coma, acento… que únicamente sirven para alcanzar el punto. Ese punto al que para llegar no hay que salirse del trazado. Y que cuando alcanzo, me hace detenerme un tiempo; pero rápido surgen nuevos puntos que alcanzar. Y éstos vuelven de nuevo a dar sentido al escribir; que excusan, que explican cada uno de los trazos.

¡Da igual que para ello haya invertido ya ni se cuantas lineas!

¡Da igual el daño o la indiferencia hacia otros con los que comparto ese escribir que es vivir!

Soy el pequeñito punto desde el cual interpreto el mundo.

¿Soy las preguntas o respuestas heredadas?

¿?¿?¿?¿?¿?¿?

Soy el puntoEl puntito desde el que parto, osea, la forma de punto adoptada tras el parto.

(El paréntesis en el que me muevo o me refugio)

La nada a los márgenes, de la que Seguir leyendo ¿Qué soy?

Una nueva realidad, Jordi Pigem y Vicente Gallego en «La casa de la palabra» de Radio Euskadi

Audio del programa de radio «La casa de la palabra» de Radio Euskadi, presentado por Roge Blasco en el que se recoge la entrevista, entre otros contenidos, a Jordi Pigem y Vicente Gallego, presentando dos ensayos filosóficos (min 37:30), junto con Agustín Pániker y Rafael Redondo.

Jordi Pigem, doctor en filosofía, es el autor de «La nueva realidad: del economicismo a la conciencia cuántica», sobre un mundo obsoleto que se derrumba, que pone el dinero por delante de las personas.

Vicente Gallego, poeta, que escribe su primer libro de ensayo con el título «Contra toda creencia: hacia lo enteramente nuevo y vivo», una reflexión profunda sobre el sentido de la realidad; analiza diferentes caminos espirituales para llegar a la conclusión de lo que es la realidad que nos sostiene.

 

Jesús

Ocurrió en Kioto. Un joven escritor holandés, interesado por el zen, visitó en uno de los magníficos templos budistas de esa ciudad japonesa a un anciano monje que, curiosamente, y pese a ser analfabeto, había alcanzado el grado de maestro zen. El monje preguntó al joven sobre la religión que profesaba, y, al responderle que era cristiano, el maestro zen no ocultó su ignorancia sobre la persona y la obra de Jesús, pero comoquiera que mostrara un evidente interés sobre el galileo, el joven corrió hacia la biblioteca de la universidad de Kioto en busca de un Nuevo Testamento. Y ya de nuevo ante el anciano, este sugirió al joven que le leyera un texto del Evangelio, el primero que se presentara a sus ojos abriendo el libro al azar. El texto que el joven halló ante sí fué el pasaje de las bienaventuranzas.

Acabada la lectura, el monje cerró los ojos y guardó unos minutos de silencioso recogimiento, acompañado de otros monjes que se hallaban con él. Al levantar la cabeza, mirando de nuevo al holandés, el anciano exclamó: «No conozco a quien dijo eso que tu has leído; pero está claro -añadió contundentemente- que esas palabras solo pueden ser las palabras de un buda».

Un buda es un ser despierto. Todos los «Budas» hablan igual, todos expresan la misma experiencia. El anciano y analfabeto monje budista de nuestra historia, no estudió teología, pero, sin otra mediación que el conocimiento intuitivo propio de los hombres despiertos, superó en un instante las obsesivas dudas metódicas de los teólogos bíblicos, al reconocer sin mediaciones, directamente, las señas de identidad de Jesús como Buda -Hijo de Dios- Aquel que daba gracias a su Padre porque tales cosas las velaba a los poderosos y las revelaba a los sencillos.

Pesca tradicional en la Isleta del Moro, Cabo de Gata, Almería http://flic.kr/p/eodvdm

Jesús no vino para fundar religión alguna, sino para Seguir leyendo Jesús