…y ese es el camino del Zen

La practica de Zen parte del presupuesto de mantener constantemente la  observación y la exploración, así como no perderse en los pensamientos  y sentimientos que constantemente pasan por nuestra cabeza. Hay que dejarlos pasar para no darles fuerza. Por eso el Zen es vigilancia,  atención sin esfuerzo carente de la más mínima búsqueda de provecho  alguno, es decir, la vigilancia sin más, la atención desnuda, la  contemplación sin objeto, la mirada sin propósito alguno en ese estar  alerta. Es preciso, como decía Jean Klein ser como los animales salvajes,  que están perfectamente alerta sin referencia a ninguna imagen de sí  mismos, ni a un pasado o futuro. El cuerpo natural está tan despierto  como una pantera. Estar alerta no es un hacer sino un recibir. Ese es el  estado natural del cerebro. Y esa serena aceptación acabará, mediante  el ejercicio cotidiano, de dar la bienvenida a una nueva dimensión. Esa  es la promesa del Zen. 

El Zen no es patrimonio de Oriente, sino de toda la humanidad, un  derecho de nacimiento ajeno a las religiones y a sus mediadores. 

En la práctica del Zen no se trata de despreciar el pensamiento y su  razón lógica, sino de no monopolizar el conocimiento que de ellos se  desprende al identificarnos sólo con el modelo objetivo-racional. Porque  sería una profunda desgracia que las sombras de la caverna de Platón  ahogasen en la oscuridad el conocimiento de la gran realidad que se  halla justamente en las mismas espaldas de los esclavos de la razón.  Pues de lo que se trata es de atreverse a salir, aun con el precio de  la soledad, de la claustrofobia de ese asfixiante habitáculo del orden  cotidiano de los objetos, para que llegue a manifestarse la presencia que  late en el corazón de todos los objetos. Ese es el camino de la madurez,  la ampliación de la conciencia que responde a la cuestión ¿para qué  estamos aquí? Y ese es el camino del Zen. 

 

Rafael Redondo

Pensamiento y sufrimiento

Pensamiento y sufrimiento 

«Pienso, luego existo». Con esta emblemática afirmación, adquiere  carta de ciudadanía la Filosofía occidental. Pero, ¿qué nos ocurre  al cesar nuestra actividad pensante? Ahí es donde comienza el Zen.  ¿Quién soy yo cuando no pienso? ¿En qué lugar estoy mientras me 

aparto de la actividad pensante? El ejercicio del pensamiento, aún  siendo fundamental en todos los órdenes, cuando nos IDENTIFICAMOS  CON ÉL, resulta por otra parte ser una de las diversas formas de  escaparse de la globalidad, de la totalidad que soy yo mismo, de la  Unidad que me une a la Naturaleza. Mientras nos consideremos como  entidades separadas, damos la espalda a lo real, y nuestro sufrimiento  aumentará por el olvido de nuestra verdadera patria. Y, así, repatriados  de la fuente de la vida, pasamos el tiempo consagrados a una idea,  o a una proyección falsa de lo que vida es, enfundados en el falso  personaje de nuestro pequeño ego. El sufrimiento, la angustia, no tienen  su origen en el silencio, ni son las innumerables expresiones del silencio  las causantes de nuestros conflictos, sino ese olvido sistemático de lo  que es la fuente de toda forma y de toda expresión. El sufrimiento, por  tanto, está relacionado con la falsificación de la Vida, que no sabe  de dualismos ni fronteras. Y es preciso aquí afirmar que el objetivo  del Zen —si es que aquí cabe hablar de objetivos— es la dicha de la  serenidad, el gozo de la vida de quien en ella encuentra su sentido.  Por eso el vivir verdadero en el fondo es gozo; gozo porque sí, alegría  sin objeto. También la dicha que produce la Noticia, ya que «ESPERAR  ATENTOS LA NOTICIA» es una de las versiones in extenso de la  palabra Za-Zen o Zen Sentado. Efectivamente: Sentarse en el silencio  del Za-Zen y esperar sentados la Noticia no es otra cosa que el acto  repetitivo como escuela y guía para experimentar lo sagrado que sucede al gran vaciamiento egoico, ya que vaciarse del ego en el Zen  se corresponde con llenarse de la Vida. Eso es Zen: la experiencia del  Ser. Y aquí es donde resulta ser más válido el término experienciar que  el de experimentar, porque abrirse a la experiencia del Ser es el cambio  más decisivo que puede darse en la existencia, porque supone tanto un viraje crucial como el comienzo de una transformación. La persona  que haya caído en la cuenta de lo que implica ser su verdadero ser, comprenderá que toda la naturaleza, incluida la de su propia mente  y de su propio cuerpo, se halla impregnada por el Espíritu que todo lo  envuelve y todo lo penetra. Eso es Zen.  

Transformarse en cuerpo y alma. Convertirse en verso. Todo ello rompe  con el sentido común, con el mundo de los conceptos, para habitar y  dejarse habitar por esa realidad que no se ve; es más, que no existe en  la existencia. O mejor aún, que jamás ha existido. El poeta —en palabras  de María Zambrano— saca de la humillación del no ser a lo que en él  gime; saca de la nada a la nada misma y le da nombre y rostro…  

La verdad no es fruto de una comparación racional entre palabras,  pensamientos y objetos, sino que es algo infinitamente más esencial que la  simple constatación utilizada por la razón objetiva cuando trabaja sobre  diferencias físicas o metafísicas. Tan sólo cuando uno trasciende eso que  llamamos mente científica: las imágenes, las ideas, y el pensamiento… y  es, a su vez, capaz de acallar el ruido de los conceptos, es cuando podrá  el ser humano ver irrumpir en sí mismo ese estado —estado natural— en  que se constata de manera directa la verdad que emana del silencio. La  Verdad, así, con mayúscula; la Verdad no como fruto de una reflexión o  comparación, sino como manifestación, como revelación. 

La meditación Zen, que es atención pura, alerta pura, ella misma es  manifestación. A eso llamamos despertar. 

Rafael Redondo

ZAZENKAI 26 febrero, 2022

Zazenkai

ZAZENKAI 26 febrero, 2022

Atreverse a soltarse uno mismo de sí mismo arrancando de las alas del espíritu, el
plomo de la irrespirable costumbre, el lastre de la pereza más suicida: la pereza de
ser.
Palpar la vida en este ahora.
Dejar de estar agazapado en la aburrida orilla de lo viejos hábitos para abrazar, en
salto mortal, la luz de otras riberas.
Palpar la vida en este ahora.
Tener la osadía de concebirse de nuevo a cada instante lanzando al viento la
carcomida hojarasca de mi pequeño yo.
Za-Zen es  desprenderse, para  dejarse engendrar de nuevo,
sentirse renacer. En este ahora, ahora, ahora….

Fecha y hora

26 febrero, sábado, de 9:30h a 13:30h

Lugar
zendo Iparhaizea
Edificio Albéniz, C / Gordóniz 44, Piso 8º, Departamento 5, 48002 Bilbao.
La puerta de acceso al edificio esta en la entrada del barrio de Rekalde, al
Terminar el puente, bajando Las Escaleras. Ver mapa.
Acceso en Transporte público:
 Tren (Renfe Cercanías): Estación de Amézola
 Autobus (Bilbobus): Líneas 27, 72 y 77
 Metro Bilbao: Estación de Indautxu, salida C / Doctor Areilza (UNOS
15 Minutos Andando)

Donativo para la Promoción de la Meditación

 10 €, Las Personas Que participan en la sangha SEGÚN la Opción 1 .
 20 €, Las Personas Que participan en la sangha SEGÚN la Opción 2 .
 Las Personas Que no puedan Asumir Este donativo, también pueden acudir al zazenkai.

Inscripción
-Es necesario ser practicante de meditación. .
-Para inscribirte:
1. Primero : Envíanos ONU Correo electrónico con el
asunto “Zazenkai” , indicando tu nombre, apellidos y Un Teléfono
de contacto una iparhaizea1@gmail.com , Comunicándonos tu
Intención de apuntarte.
2. Segundo : Una vez que te hayamos Confirmado Que Hay plaza libre,
Realiza tu donativo en El Número de Cuenta de La Caixa:

CC: 2100 6253 4001 0009 2959
IBAN: ES02 2100 6253 4001 0009 2959
Cuyo titular es “Asociación para la Meditación Kita Kaze” indicando en
el Concepto “Zazenkai-Nombre y Apellido del participante” .

Es muy importante ser conscientes de que al apuntarnos ocupamos una plaza,
y que de completarse el aforo alguien puede quedarse fuera. Por eso, te invitamos
actuar con responsabilidad y avisar si al final, por cualquier motivo no vas a acudir,
para que si hay alguna persona en lista de espera pueda ocupar esa plaza.
¡Un abrazo!

Nos puedes encontrar en:

IparHaizea – Asociación para la meditación Kita Kaze

Calle de Gordóniz, 44

Bilbao, PV 48002

Meditación Bilbao