No se aparta la luz de quien no huye de las sombras…

Tan sólo hecho Silencio, mi afán logra su meta: el Ser abierto, abismo y cielo,
sin más dique ni roca que la muga del viento, espacio sin costuras, fondo de Dios, su desnudez, mi albergue sin paredes…
Y así te halle en tu vuelo,
y Tú en mi nada.
Yo me perdí en tus ojos,
cuando ya no era,
cuando sólo era Nadie,
cuando sólo era Nada…
R.R.
No se aparta la luz de quien no huye de las sombras…
(¡Cuánto se puede ver al no ver nada…!)
Ver fluir los instantes
como fluye el alba tras la noche.
Afrontar – no sin tu ayuda- tanto el estallido de la umbría en plena luz
como el de la luz plena umbría…
Viendo, -como el ciego de Jericó vio-, y, si es posible, celebrando, tu Presencia
en la entrelínea de las luces y las sombras.
Pues sé que aunque no vea jamás nos dejas, tu cayado me acompaña.
R.R.

Música:  Ludocivo Einaudi

 

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