Magníficat

Ella, María de Nazareth, tenía un corazón de pobre y a la vez rico en compasión y esperanza en unos cielos nuevos y en una tierra nueva. Sus pocas palabras recogidas en el Nuevo Testamento, aunque pocas, son lo suficientemente acertadas y certeras como para poder detectar en ellas un mensaje radical, una misiva transformadora.
Me llama la atención su esplendoroso Magníficat; toda una manifestación del amor del Altísimo (que eligió ser el Bajísimo) reposando sobre la humanidad de esta joven palestina, extraordinaria mujer y humilde sierva, humanidad extendida a los pobres de la tierra en un canto en el que se celebra la dispersión de los soberbios, la defenestración los poderosos de su sede y el ensalzamiento de los humildes.
El Magníficat es un canto revolucionario en toda línea, que indujo al general Pinochet a prohibirlo en una misa masiva celebrada en el campo de fútbol de Santiago cuál dónde ese mismo general ordenador torturar y asesinar al inefable poeta cantautor Víctor Jara. Por supuesto que el cardenal de Santiago obedeció.
María escuchó una desconcertante petición del mismo Dios: que acogiera en su seno al Mesías, que llevaría por nombre Jesús. La joven palestina, lejos de pensar los días de gloria, poder y honor que le podrían sobrevenir siendo madre del Mesías, pero “ si Dios eligió a su humilde sierva, no fue para sacarla de su condición socialmente oscura; al contrario, lo hizo a causa precisamente de su pequeñez y su pobreza. El Mesías será el Mesías de los humildes y los pobres. María accede así sin dificultad a la inteligencia del designio de Dios y acepta ese designio que le supera” ( Eloi L.eclerc)
Dios quiere nacer humano, hacerse humano, pero desasido de toda suerte de grandezas, des-vaticanizado; sin fastos ni majestades, naciendo como pobre y muriendo despojado y pobre. Lejos y lejano de todo dogma y religión establecida. Ese despojamiento, que es el lugar preferido por Jesús para manifestarse.
Rafa Redondo

 

Música: Mad Rush – Philip Glass

 

 

 

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