Dejar que el silencio hable

Dejar que el silencio hable. El escritor, como un funámbulo, camina por la crestería de dos abismales clases de silencio: el silencio elegido, por el que se torna en silencioso y, por otra parte, el silencio censor, por el que se convierte en silenciado. Sólo cuando, al final de semejante travesía, el fulgor del primero es capaz de abandonar la obediencia servil del segundo, será cuando la emergencia de la luz original pueda expresar la voz del fondo que le es propio, ya que en lo más íntimo de nuestra intimidad existe una palabra inaudible nacida de la no-palabra. Ella, que ha elegido no inmolarse a ningún ruido, no se halla, por esa razón, sometida a ninguna clase de opinión. Palabra no-palabra, que, al estar animada del soplo del silencio, no es posible compartir más que en el mudo manantial del que emerge toda certeza.

 

Rafa Redondo

 

Globalización sobre pluralidad. La inquisición de lo uni-forme uniformado.
Unidad, preciado bien, que deja de serlo al imponerse.
Como humano, busco, igual que tú, la música. El problema: no me seduce tu instrumento.
Ansío el gran libro más que tu relato, que “excluye lo otro y su Otredad temiendo lo distinto.
El tirano, lo sabemos bien, porque teme al diferente, lo devora o reduce a cenizas.
La Unidad, meta de la Conciencia, devora, esclaviza y no libera, al hacerse poder. Me permito callar, no que me acalles.
El tesoro del Silencio, ahoga si deviene mordaza. Si deja de ser escucha y apertura deviene en mazmorra, censura silenciante.
La obediencia deviene inmolación.
No hemos nacido para eso.
Votan a sus verdugos
y hoy mismo, los caballos del fascismo, entran relinchando a patearnos.
Pero, pese a esta oscura noche, la Vida fue, va, irá, por otra parte.
La Historia no la podrán parar.
Urge esperar.
Urge ya despertar ahora …
aunque es de noche….
Rafa Redondo

 

 

Música: Comptine dún Autre Eté – Yann Tiersen

 

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