¿ Cómo no amarte…?

 

Comprendo a quienes se extrañen de que yo hable así de Jesús. Yo mismo sería el extrañado hace unos pocos lustros. Pero qué le vamos a hacer, no voy a pedir disculpas por ello sino compartir el amor del padre del desarrapado hijo pródigo, que sólo los pródigos entendemos y comprendemos. Gracias. Tú, Señor, siempre te adelantas; siempre sales al encuentro de quien sufre, como el tierno padre del hijo pródigo…
……………………….
Te confieso que cuando más indigno y alejado me sentía de la Vida, más cercana Ella estaba, atenta, como expectante don que muestra la Vía, allá en los lóbregos sótanos de mi existencia extra-viada.
Dádiva que quiero regalarte ahora a ti, lector, como Dios Madre lo hace conmigo en cada instante. No sabría hacerlo de otro modo. Ni sabría hacerlo de otro modo quien, sin condiciones, ya desde antes de nacer «nos amó hasta el extremo…». Nos amó hasta el extremo, hasta el final”. Palabras impactantes por una tan cierta y tierna cercanía que no acierto a ver en ellas otro origen que el Dador de Vida, llamado Espíritu Santo en nuestra tradición, si bien a mí me gusta más el apelativo femenino Fons Vitae, Fuente de Vida. La fuerza de la Bondad.
No es el ser humano quien se ha acercado a ti, sino que eres Tú quién se ha comunicado graciosamente al ser humano hasta el punto de coincidir con el secreto de tu ser.
Hablo aquí de una cercanía radical, inextinguible, jamás oída. Hablo aquí de un acontecimiento sin precedentes, Jesús, porque Tú eres el acontecimiento. Así lo siento y así lo escribo cuando hablo de ti. Un acontecimiento, sí, que se produce aquí y ahora, al filo de cada instante con tu sola Presencia. Hablo aquí de una cercanía sagrada que no se había dado hasta tu llegada. Una cercanía que se hace realidad ahora contigo y sobre todo por el mismo hecho de tu existencia inextinguible, Presencia pura a lo largo de tu paso por el mundo.
Jesús, Presencia tan sentida como cierta,
Jesús, que en mi fragilidad te albergas.
Fulgente faro,
en firme roquedal fundido y asentado.
Tú, que al oleaje afrontas y a las mareas plantas cara,
Tú, que mis oscuras noches iluminas
y mi confianza en cada instante nutres.
Tú, Fuente de Vida,
me elevas, me haces cumbre, reconfortas….
¿ Cómo no amarte…?

Rafa Redondo

Música: Ennio Morricone – Gabriel´s Oboe

 

 

 

Deja un comentario