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Dejar emerger al Ser que llevamos dentro

El Evangelio de Jesús, su Buena Nueva, sigue inédito, ileso, disfrazado de un moralismo acomodaticio, vamos , sin estrenar. En tal sentido, quiero aquí insertar una cita del filósofo marxista Roger Garaudy, admirador de Jesús: no se trata aquí de maldiciones contra los ricos y sus comportamientos, que ya habían sido proferidas por los profetas anteriores a él (a Jesús), sino de una exigencia absoluta y radical, que cuestiona la riqueza y la propiedad, no sólo en sus excesos y en sus abusos, sino “en si misma”, en cuanto tal.
Habló Jesús de un Reino al que no se entra por la conquista, ni por la buena conducta referida a la moral establecida, ni a causa de los méritos adquiridos en un buen karma, sino por mi inclinación la identificarme con el Pensamiento Único, el lugar común o abrevadero del alienante “esto es lo que hay” que invita al adocenamiento y sumisión a la suicida ceguera del establo establecido. Miren si no la diferencia de trato que los medios de comunicación occidentales dan a Putin y a Netanyahu .
Estamos hablando del Mandamiento Único, que se llama Amor, que curiosamente no figura en el decálogo dictado a Moisés por el Dios de los Ejércitos, un Dios ajeno a la humanidad de Jesús, un dios del que el Premio Nobel de Literatura, José Saramago, dijo que “no era una buena persona”.
El Amor, la bondadosa compasión, únicas vías de acceso; el Amor y la capacidad de amar…como examen práctico.
Añade Garaudy: Jesús enseñaba, con otras palabras, lo que ya enseñaban los sabios de Oriente, como Buda: renunciar a las ataduras parciales, a uno mismo, para dejar emerger al ser que llevamos dentro, el hombre que no está separado de su principio. El hombre tiene que buscar en su interior lo que hay de más íntimo, de más personal, de más liberado de toda contingencia, y, así, descubrir el ser. “Tu eres Eso”, “yo soy Brahaman, “yo soy Buddha”. Y siglos más tarde: “Yo y el Padre somos Uno. Este Padre más yo que Yo mismo, como diría después Agustín, y mucho más tarde todavía, el Hallaj: “Yo soy Dios”. “Dios está en nosotros…nosotros estamos en Él y Él en nosotros” (Jn 4, 11-21).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Múisca: Temprano Son de Mar – Ima Galguén

 

 

 

Con Alma Vacía y limpia

Lo hallarás en ti, y no sólo por tu esfuerzo, sino porque, sencillamente, es rigurosamente inevitable. La Totalidad es tu guarida, y puedes verla porque puedes ver-te y en Ella vertirte. Insisto: IN-E-VI-TA-BLE. Insisto más: vertirte en tus adentros; vertirte, no di-vertirte. A algunos les cuesta comprender que la experiencia del Ser de Dios no depende de niveles de renta, ni de que te atiborres de cursillos de mindfulness; incluso se da con más facilidad en los desposeídos, quienes, como todo ser nacido, pueden experimentar que en su no acorazado corazón cabe el Océano Pacífico y en el cuenco de sus manos las más bellas puestas de sol del Universo. Digo esto porque hay cada vez más personas adictas al “turismo espiritual”, muy capaces –y económicamente muy capaces- de dar la vuelta al mundo buscando ser lo que siempre han sido y son, pero muy torpes a la hora de girar a sus adentros, por muy asiduos a eventos místicos que van desde Europa hasta la India y los Himalayas.  Lo cual no impide que, si te apetece divertirte y tienes medios para hacerlo, hagas turismo espiritual por los confines de la Tierra, para conocer que al Infinito nada finito ni infinito puede añadirse, porque dejaría de ser el Infinito…
Para quien, con alma vacía y limpia, sabe detenerse y permanecer en la atención, la visión de un crepúsculo en Hawái, no alcanza ni por asomo la belleza incomparable que alberga el franciscano vibrar de un tembloroso gorrión.

 

Rafa Redondo

 

 

Múisca: Loreena McKennitt – Pnelope´s Song

 

 

Sólo sentarse en Silencio

Sucede a veces que en el corazón mismo del silencio surge una asfixiante carencia que nos empuja a quererla llenar huyendo hacia adelante y -sin apenas interrogarla ni escucharla, iniciamos el camino a no se sabe dónde. Pero entonces puede y suele ocurrir que, en lugar de llenar nuestros vacíos de sentido, nos topemos tan sólo con simples objetos. Esta sociedad distraída nos quiere entretener con lo que le es más propio, con objetos, con objetos en forma de proyectos, de huidas compulsivas, de marchas turísticas paradisíacas que acaban remitiéndonos a nosotros mismos, para luego extinguirse.
Sin embargo, también a veces brota –sería mejor decir nos brota- del silencio una necesidad de descargarnos de todo aquello que creíamos poseer, pero que, en verdad, nos poseía.
Desinflarnos, como suele hacerlo un globo aerostático que suelta su lastre para mejor proseguir su ruta libre hacia las alturas.
Descargarse, sí: un imperioso impulso, o instinto hacia el liberador despegue de la tiranía de lo dado; una suerte de desapego que no es indiferencia, sino el mismo portalón del amor.
Liberarse es habitar el mundo y, más aún: despedirse de él con el culo gloriosamente al aire.
Soltarse, sí -entre alivios y dolores- de una realidad fingida, aunque presentada y re-presentada como lo real. Liberarse de la realidad falseada, de la posesión ilusoria de un ego que el mismo viento desvanece. Todo ello supone tener el valor de detenerse y tener el valor de mirar nuestra falsa realidad revestida de verdad, pues falsa es toda construcción mental que se resiste a ser soñada y ser vivida.
Sentarse en silencio, entornar la mirada a los adentros, en un esfuerzo por captar lo invisible, es mi propuesta.

 

 

Rafa Redondo

 

 

Múisca: Nightnoise – For eamonn