Archivo de la categoría: Sin categoría

«Creedme yo he vencido al mundo»

Que yo tenga como meta amar a mis enemigos no quiere decir que sea condescendiente con la injusticia.
Me indigna la frialdad de los asesinatos de Hamás; pero también los bombardeos ordenados por el gobierno de Israel cuya crueldad asombra diariamente al mundo. Al primero se lo califica de «terrorista», al segundo, no.
Vladimir Putin tiene prohibido salir de Rusia bajo orden de arresto incondicional. Netanyahu no.
Desde hace unos días en las calles de Madrid es ensalzado Franco. Si un muchacho de Euskadi hiciera lo mismo, pero al revés, la policía le rompería la cara y le caerían por lo menos 3 años y medio de cárcel.
Vuelvo al silencio, pero no acataré jamás el silenciamiento.
Rafa Redondo

El Maestro Eckhart, consideró que el verbo TOMAR del texto evangélico se debe traducir como alzar, o superar, (aufheben, en el idioma germano), añadiendo que debe tomar y hacer desaparecer todo aquello que resulte una cruz y sufrimiento. Porque para quien renuncia o se niega a sí mismo haciendo desaparecer su propio yo no tiene cabida el sufrir, porque así como a Dios nada puede turbarlo ni hacerlo sufrir, tampoco nada podría turbar a un hombre así. Alzar la cruz, su cruz, no es, por tanto, un sufrimiento sino una promesa, y, más que un mandamiento, es una recompensa. Así, la afirmación «Creedme yo he vencido al mundo» es fruto de una experiencia transformadora, que el amoroso Maestro de Nazareth la vivió en sí y regaló al mundo.

 

 

Rafa Redondo

 

Música: Philip Glas -Mishima

 

 

Abandono a “lo que venga»…

Experimentar el Vacío, no es caer la desesperación, ni el sufrimiento, aunque estos no estén ausentes en el camino, porque somos expresión de una Realidad primera que en nuestro cuerpo estamos llamados a transparentar. Pero tenemos pánico a la extinción; nos aferramos a lo conocido, y nuestro cuerpo, como una lapa, se aferra también a la memoria adquirida insertada en sus tejidos; se apega a las convicciones almacenadas desde la niñez, a las experiencias protectoras, a la fijación a nuestra madre, a la tierra, a la patria, y a todas las construcciones que han edificado el personaje que llamamos yo…
Pero sé, y, por cierto, lo sé muy bien, que el miedo a la extinción del yo es la última frontera que me impide experimentar quién soy de verdad, que impide la experiencia del Ser, porque sé muy bien que es en la disolución donde precisamente esa frontera se franquea. En el abandono a “lo que venga”, empleando todo el valor que ello comporta, se abre la limitación del falso yo. Sí, cuando la estructura de mi personaje se disuelve, o desaparece, con ella desaparece el miedo. La Salud total estriba en la liberación del causante de la angustia: el ego. Y eso es una GRAN experiencia, determinante experiencia…
Lo que llamamos yo es un simple envoltorio aterrado, sin existencia permanente. Cuando uno aprende a morir en vida, ya no morirá más, y eso es verdad, una verdad tan sólo revelada a quien vive el eterno presente, aquí, ahora, que es la eternidad. “La muerte –me dijo mi maestro Willigis Jäger- es la apertura de nuestra conciencia personal hacia un conocimiento extenso de la naturaleza verdadera que podemos llamar divina o Vacío, o lo numinoso. Entramos en la no-dualidad…”
Entramos en una experiencia más amplia. En un amor, que, si es auténtico, no caben despedidas ni rupturas. La Unidad nos habita en lo eterno. Somos el océano, no la ola. Y esa experiencia está más allá del amor y de la muerte. En esa realidad vivimos, nos movemos y somos.
Marcharse, sin dejar, apenas, huella.
Y dejarse borrar del tiempo, como
la lluvia va borrando, (sin asomo
de piedad) en el viejo muro, aquella
estrofa escrita a mano, …y quizá bella….
Escaparse del mapa no sé cómo…
desnudo de equipaje… Y nada tomo:
como nací, me voy no sé a qué estrella.
Que es hora ya de des-nombrar mi nombre,
y de des-bautizar lo bautizado,
abandonando el rastro de mi historia
tan breve y tan fugaz como ser hombre.
Este soneto es ya una Ausencia. Acabo:
un verso entre el verdín de la memoria

 

Rafa Redondo

 

 

Múisca: Debussy Arabesque – Maria Joao Pires

 

“Conviértete en visión, visión, visión!…”

Comprobar de qué manera las sombras del anochecer de este lluvioso viernes de noviembre culminan su despliegue, y cómo la espesa hiedra que recubría nuestra mente, inicia su desplome ante los gestos de oración, preámbulo del postrer Za-Zen del día, donde la ausencia de son de cuenco o gong, deviene en rima de tambor goteando en el alféizar.
Con los brazos alzados acogemos la fértil lluvia buena que empapa nuestros ya empapados ojos.
A pesar del escalofrío del Vacío, ¿por qué llorar, entonces, no siendo de dicha?
Disolver en la visión todo nuestro cuerpo, cantando con Rumi: “conviértete en visión, visión, visión!…”
Poco importa el naufragio del cuerpo, si cantando lo sobrevivimos. Poco importan las grietas que enhebran sus tejidos, si por ellas se filtran las estrellas. Poco importa que a nadie importemos si en lo importante habitamos.
Y así acaba la jornada, como si nada hubiera acabado, pues nada se acaba ya que nada se comienza: no hemos nacido para las metas; nada es preciso alcanzar sino tan sólo alcanzar-nos; nada es preciso lograr, sino tan sólo lograr-nos; a nada es preciso llegar, sino tan sólo llegar-nos: llegarnos al momento en que nada existe, salvo la soledad del gesto orante de un Nadie haciendo gassho y cantando como un loco al Infinito

 

Rafa Redondo

 

Música: Clair de Lune – Debussy