Archivo de la categoría: Palabras para acompañar

En este espacio, se brinda esa compañía que emerge desde lo más profundo, de alma a alma.
Palabras que, desde la presencia, dan la mano a la persona en el proceso de autoconocimiento.
Un pequeño lugar de encuentro y reflexión en el – a veces difícil- Camino cotidiano.

Circular, verano 2015

Nada buscamos al hacer Za-Zen, ni siquiera la iluminación. Esta ya era antes de nuestro nacimiento. Za-Zen mismo es pura iluminación, puro despertar, puro caer en la cuenta. El árbol, desde el alba del mundo, sabe hacer Za-Zen.  Para conocer esta verdad no es preciso ser maestro sino discípulo del Silencio, ni es asunto de técnicas, sino de sencilla disposición a dejarse engendrar.

Todo  nos ha sido dado y sigue dando sin que nosotros tengamos que hacer mérito para adquirirlo. El azul celeste, la vía láctea, las estrellas, la luz, el viento y la naturaleza toda. No tenemos que hacer nada sino observar en silencio. Todo es pura gratuidad.

Za-Zen es des-aparecer en el aliento de la Vida, paso a paso; en la quietud eterna del corazón del Ser; latido a latido, respiración a respiración, Perdiéndose en Lo que ES, sin apenas dejar rastro. No es un medio, es iluminación, caer en la cuenta;  es latir en los propios latidos de esa secreta dádiva que, suave y quedamente, nos envuelve. Zen es dejarse caminar, pastorear, llevar, dejarse Seguir leyendo Circular, verano 2015

Sin dejar apenas huella

La mente que busca el Buda es la mente que reconoce la impermanencia del mundo. Cuando uno reconoce la naturaleza efímera del mundo, no pueden surgir ni la mente centrada en sí misma ni la que persigue la gloria y las riquezas… Si no existe un yo, nada hay a lo que aferrarse.

Dogen

Para este gran maestro japonés, olvidarse de sí mismo es la clave para despertar al Ser.

¿Cómo –se pregunta Karl Dürckheim- se manifiesta el Ser? ¿Bajo qué forma –insiste- se expresa? ¿Qué criterios se pueden seguir que nos garanticen que aquello que consideramos expresiones del Ser no son pura ilusión?

Transcribo su respuesta: un criterio seguro es el hecho de que nuestro Ser exige de nosotros el aceptar la vida total, según se presente, con su dolor y su sufrir, y que, dejando a un lado nuestras aspiraciones egoístas, no admite reposo ni parada, sino al contrario, exige ir más allá de lo que ya ha sido, así como estar listo para soltar presa, para aceptar la muerte.

Renunciar al yo equivale a soltar las posiciones adquiridas, exige la gran conversión y transformación en lo que realmente somos. La metanoia de un nuevo nacimiento.

Y el Ser no defrauda: abraza al hombre cuando éste tiene el coraje de no dar marcha atrás ante un gran sufrimiento, sino, por el contrario, acepta el dejarse consumir por él, con fe en lo que le espera más allá  de la nada, aunque en esos instantes le asuste (el hecho de que le asuste es justamente lo que le da fe…) Seguir leyendo Sin dejar apenas huella

Resucitar

Resucitar es un cambio radical de conciencia, una transformación en toda regla. De arriba abajo.

Transformarse requiere gran valor. Para renacer es preciso morir, cambiar el ADN, ser otra persona con otro patrón de vida. Meditar es seguir el derrotero inverso de la sociedad, las antípodas del pensamiento habitual, el camino del guerrero. Que la valentía te anime a despertar e invitar a despertar; a transformarte e invitar a transformarse. En realidad la transformación, con toda la carga de muerte que ella implica, merece ser celebrada, porque la extinción del ego, supone la apertura al Ser, la bondad elemental, una ganancia real, digna de dicha y alegría.

Misión nuestra es hallar el sentido de

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