Lo que no queremos ver

La Corrala Utopía y la lucha por el derecho a la vivienda

Había tanto cansancio en los ojos de esa mujer, de esa vecina de la Corrala Utopía, ayer tarde, sentada sobre el escalón de una plaza frente al Ayuntamiento de Sevilla… pero había más cosas en su mirada, había rabia, impotencia, resolución, dignidad, había tantas cosas…y dicen que son analfabetas.  Lo que saben estas mujeres, lo que han aprendido en esta lucha, de dos años ya, por el derecho a tener un hogar para ellas y sus hijos, y lo que es más grande aún,  por un derecho a la vivienda para todos, más allá de sus intereses particulares, es algo que nunca podrá contenerse en los libros, porque es pura vida, aprendida en la dificultad, en circunstancias a las que nadie tendría porqué tener que enfrentarse.

En los ojos de esa vecina había muchas cosas, pero algo le faltaba a su mirada, le faltaba el Seguir leyendo Lo que no queremos ver

El prodigio de respirar

Cada momento de hacer Za-Zen es para mí una oportunidad de re-cor-dar mi nadería: un ser Nadie que, por serlo, abre su puerta hacia un extraño, pero real, lugar sin lugar del que todo adviene en forma de Muerte y Vida. El más antiguo evento, que es el prodigio de respirar.

Respirar es ser flujo en la gran corriente de la Vida, su continuo devenir; es el vibrar de nuestra incesante metamorfosis que nos lleva a dejarse tocar por el Aliento del Ser que nos respira y se deja respirar.

Respirar la posibilidad de abrirnos a una consciencia que incansablemente se ensancha y nutre en el Resuello de Dios, mientras, imparable, atraviesa nuestros más recónditos capilares.

La respiración no la hemos forjado por nuestra cuenta, nos ha sido dada, y prestar oídos a su incansable borboteo es un motivo más que suficiente para Seguir leyendo El prodigio de respirar

Zen, implacable honestidad

Podrás paladear bellos atardeceres, sentir en tu rostro el lloviznar de inmensas cataratas o exóticos paisajes; te instalaras, si tienes medios, en deslumbrantes casas de campo, o bosques insólitos; o te organizarás en comunidades y comunas para practicar las más elevadas experiencias, como puedes también dejarte  cegar por las fascinantes vidrieras de las deslumbrantes catedrales  de la vieja Europa, como Chartres, Fiburgo y Viena, pero esas vivencias no alcanzarán ni por asomo el estremecimiento que ESO puede provocar al presentarse en tu conciencia.

ESO rebasa y rebosa cualquier emoción humana, de suyo evanescente. El fulgor que a ESO acompaña no es un estado, de suyo evanescente sino un estadio permanente.

ESO eres tú, tu mismidad profunda e inabarcable; tú, lo Otro de ti calando allá en tu más profunda vena. ESO que se deja tocar cuando no lo persigues. Vida y presente en tus adentros y omnipresente en las afueras.

ESO, cáptalo en el silencio haciéndote Silencio. Conocer ESO que llamamos Dios o Ser, o Theos  no es tema de viajar ni de  pico-Theo; ni es cosa de saber-lo, sino de humildemente  ser-lo.

La práctica meditativa, en nuestro caso el Zen es exigente, y puede serlo hasta la extenuación (morir al ego es un asunto serio, no es cosa de aficionados). Exhorta a la dedicación plena. Y ESO, claro, causa escándalo a quienes Seguir leyendo Zen, implacable honestidad

Meditación Bilbao