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Oculto seno del que en cada instante de Ti nacemos…

En las manos que han sido taladradas; en las manos que sólo se han abierto para acoger y para bendecir; en esas manos por las que pasa un amor tan grande, es confortador entregar el espíritu”, escribía pocos días antes de morir P. Teilhard de Chardin.
A esas manos me entrego confiado…
Rafa Redondo
Ser como vacío bambú, por cuya oquedad resuena el aliento del Ser, su melodía…
Rafa Redondo

Oculto seno
del que en cada instante
de Ti nacemos…

Rafa Redondo

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo…

Rafa Redondo

 

Música:  For eamonn – Nightnoise

 

 

 

 

Jesús para ateos

Muchas religiones cristianas reclaman, como es natural, su vinculación con Jesús; dejarían de llamarse cristianas, pero no se trata de un derecho exclusivo porque una mirada más profunda pondrá de manifiesto que la historia de Jesús pertenece también a los rebeldes de estos 2000 años transcurridos, a los herejes y a los ateos, así como a los marxistas y comunistas de los últimos tiempos como Milan Machovec ( hay que decir que Milan, corrió parecida suerte a la de Roger Garaudy : fué destituido por el aparato del partido y retirado a su vez de la docencia universitaria. Su vida terminó en la marginación debido a su carácter abierto hacia el fenómeno religioso reflejado en su gran libro «Jesús para ateos»).
Jesús de Nazareth, mensajero de Dios, nació como murió, desnudo, con las manos vacías, con la doble fragilidad de un niño pobre. Nació en un lugar que ningún padre hubiera querido para su hijo, un pesebre. Fue y sigue siendo un mensajero que no vino para interesarse por los pobres, sino para convertirse en uno de ellos, experimentando con ellos, y en propia carne viva la impotencia de los ninguneados, la injusticia de los poderosos y la prepotencia de los sacerdotes. Todo a la vez. El Maestro de Nazareth nos anunció un porvenir ue no se nos abre, como se ha dicho, por su regreso majestuoso al final de los tiempos como un Pantocrator rebosante de gloria o mesías de los ejércitos, sino que ya ha llegado como el mesías de los pequeños olvidados que nos libera del miedo a la muerte al haber sido crucificado un día hace más de dos mil años, como un excomulgado, el que ahora vuelve a ser crucificado con los diariamente crucificados: cada vez que una mujer es violada o asesinada, o que una familia entera es explotada por una multinacional, o aplastada por una gran empresa eléctrica; cada vez que un anciano o joven es desahuciado por la Banca….Hablo de un Jesús que nos legó su Espíritu, el que nos ayuda por y a través de su fragilidad indestructible y su despojamiento; un Jesús que resucita cada vez que ese destino infame es denunciado y vencido por los nuevos cristos y cristas que se juegan el tipo rescatando vidas el Mediterráneo, por las mujeres que dan la cara en el Sahara, o ante la explotación de la Naturaleza. Esas cristas que reflejan el Espíritu de la Vida, la vida que anuncia Jesús, la propiamente humana, la que posee un alcance infinitamente más grande que la vida biológica .
Jesús pertenece a toda la humanidad

 

Rafa Redondo

 

Múisca:  Hans Zimmer – Interstellar

 

 

 

“Dios, líbrame de Dios”

 

Siento que la peor manera de entender a Jesús y su enseñanza, sería querer ensalzarle en un trono, igual que se hacía ante las antiguas divinidades, o bajo un ostentoso palio, como la Jerarquía católica ensalzaba a un sanguinario general durante cuarenta años. Y creo que millones de cristianos aún adoran a un extraño Jesús triunfante sobre deslumbrantes atalayas plenas de majestad, bajo pedestales que evocan banderas victoriosas. Hablo de un falso dios que condena a los vencidos, premia docilidades, arruina a disidentes y los envía al fuego eterno bajo órdenes, leyes e idearios llovidos de los cielos vaticanos; un dios con la impronta autoritaria emanada desde antiguo de los vengativos líderes Moisés, David o Josué; un dios temible, que castiga o premia bajo el modelo de la zanahoria y el palo, el castigo del infierno o el premio de los cielos.
Hablo de un todopoderoso dios que protege a a sus belicosos pueblos elegidos, que provoca e invoca la sumisión, la minoría de edad, el infantilismo y dependencia servil. En definitiva, un dios que, en palabras de José Saramago “no es buena persona”.
El Padre de Jesús no era (ese) dios. Dios murió con Jesús. Jesús era la antípoda del dios de las religiones. Del mismo modo que el sabio y valiente Maestro Eckhart clamaba “Dios, líbrame de Dios”, hoy podríamos tambien clamar, Buddha, líbrame del Budismo, y Cristo, apártame del cristianismo”, porque a mi modo de ver y sentir, hoy el mundo necesita más a Buddha que a los budistas, y a Cristo más que a los cristianos.
Jesús no vino aquí para fundar religión alguna, sino para despertar la dormidera colectiva que crea ídolos externos sin percarse de quiénes verdaderamente somos -el Reino de Dios «está en vosotros mismos»-, porque el Mesías de los pobres no llegó aquí para ser adorado en una peana, sino para mostrar un camino de transformación liberadora; como tampoco vino para formar castas sacerdotales, ni organizaciones jerarquizadas, ni vino para que le imitáramos viviendo su vida sino para que viviéramos profundamente la nuestra. No fuimos, arrojados del paraíso – decía Franz Kafka- sólo por haber comido del árbol del conocimiento, sino también por no haber comido del árbol de la vida. A ver si despertamos de una puñetera vez. Ese es el sentido de la vida del Hijo del Hombre tierno y radical, Hijo del Dios (como puedes serlo tú) se hizo hombre despojado de sí mismo, Dios vaciado del poder de ser Dios, que asumió hasta la cruz la responsabilidad de ser hombre hasta el final, sabiendo perdonar la ignorancia de los que le torturan. Una ternura que es paciente y servicial, que todo lo excusa, que todo lo cree, que todo lo espera, que todo lo soporta, que no acaba nunca.
Un Dios que a la puerta de tus entrañas llama para – como dice Hugo Mújica – dejar en nuestras bocas sus palabras, en nuestras manos sus gestos y en nuestro rostro sus rasgos. Déjale nacer en ti. Pero ya mismo.

 

Rafa Redondo

Música:  Hans Zimmer – Small measure of Peace