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Retornar al Corazón

 

Buscaba yo a tientas dónde poder posar mis brazos para remar junto a los tuyos, e igual que lo hacías Tú: contracorriente.
Al mirarme y verme sin poder nadar, se revolvieron tus entrañas – me dijiste-. Me regalaste tus brazos para siempre. Tu paciente sedal de pescador suplió mis fuerzas allá en el vaivén nocturno del Mar de Tiberíades. Me sigue acompañando, y aún tira de mí hacia tu orilla. Lo sé.
En los desvanes de mis noches, ahora claroscuras, aún recuerdo entre la niebla, Jesús,el imborrable fulgor de tu mirada serena y compasiva clavada en mis pupilas.
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Hay verdades que tan sólo pueden ser descubiertas en la experiencia de la devastación; lo sé.
En esa sola soledad donde hace aguas toda seguridad y referencia, surge el corazón como único cobijo. Corazón sin coraza cual secreto manantial de la energía primigenia, amorosa fuerza, de un eros que no posee ni retiene, el que nos religa al misterio que late en la existencia, el Misterio del Ser que abarca cuanto es.
Tengo para mí que es ese desacorazado corazón la causa de que seamos no sólo semejantes a eso que llamamos Dios, sino Dios en Dios, Uno con el Uno, abierto a todo modo de dulzura y mansedumbre en medio del huracán.
Y digo más: quien a semejante apertura se cierra en banda, profana el amor a los demás, profana su propia profundidad, la que al Ser religa, siendo ahí donde brota la patria de los ídolos de barro y el tiempo y el espacio de las sombras, con sus patrias y fronteras, sus himnos y banderas. Eso es vivir exiliado, repatriado del propio ser verdadero. Aprovecho a decir que el Vacío búdico no equivale al insustancial vaciarse de la propia sustancia. En algún lugar leí u oí “siguieron sus vaciedades y se quedaron vacíos”. Retornar a Lo que Es, es retornar al corazón, idéntica realidad donde la aventura del ser humano logra su puerto de arribo y da salida a su nostalgia.
El sufrimiento humano brota de esa escisión o fractura donde estalla el pequeño mundo del establo que hemos llamado patria. La brecha de pequeño yo. Y es necesario pasar por ese derribo del pedestal, esa demolición de la tierra firme; es prioritario que caigan los muros de cada refugio cultural, patriótico, o religioso y se hagan brechas en murallas para tornarse en puentes a la Realidad Primordial.
La angustia sin fondo que tal devastación provoca, la que allana al ego, es el precio de la liberación. «Voy a hundirlos en la angustia para que den conmigo” clamaba un profeta, refiriéndose a ese claro de luna en el corazón del bosque, que sólo alcanzan los perdidos.
Dios, o ESO que así apelamos. no ha muerto, tan sólo es el gran desconocido, el que pulveriza toda garantía de seguridad, destrona todo muro de riqueza y allana las murallas de poder, el que quebranta toda noción de felicidad establecida, el que no destruye la soledad, ni te saca del apuro. Hablo de la Presencia que se manifiesta en la distancia y se hace tierna y cercana en la Ausencia. Hablo de un experimentable amor que destroza la ignorancia, de una Inocencia sagrada interesada en dar tierra al desterrado, y cuya experiencia mueve y conmueve los cuerpos de asombroso y asombrado escalofrío.
Algo, Eso, el más allá de mí, o tal vez Alguien, ajeno a toda abstracción, y a toda racionalidad irreductible, nos quiere vivos, muy vivos, fundados y fundidos en su Vida, divinamente vivos tras el terremoto causado por el Viento huracanado del Espíritu, tempestad que viene y va como bien le place y le parece.
Al caer la noche, traspasadas las pruebas del exilio: el que nos hace a mí abatido, y a Dios inaccesible, precisamente en tal destierro, es donde toda distancia queda abolida. Una aventura que sólo alcanza puerto en la soledad del deportado en la humildad del humillado..

 

 

 

Rafa Redondo

 

 

Música:   Mercede Sosa – Gracias a la Vida

 

 

 

Detente

Cuando subas o bajes
por la escalera que al zendo lleva,
cuida bien de observar
-siempre te lo recuerdo –
esos brotes de hierba
que entre colillas, latas y residuos de orín
florecen con vigor hacia a la Vida.
Detente, permanece, en el prodigio
que el sencillo mirar te brinda.
Capta bien el mensaje, te suplico,
de esa fragilidad indestructible.
Pues ni el cemento ni la piedra sofocan su crecer.
Perdóname que sea tan machacón.
Te digo más: si atenta te detienes
harás el mejor Zen.
» Ocúpate -clamaba el gran Maestro Dogen- incluso de la hoja de hierba de tal modo que manifieste el cuerpo de Buda. Esto, a su vez, permite que el Buda se manifieste a través de la hoja».
Ignacio de Loyola. Viendo una flor silvestre se paró y dijo : «calla ya te entiendo».
Rafa Redondo

 

 

Múisca: The Last samurai Soundtrack –

 

“El hijo pródigo»

 

Saliste corriendo a reencontrarte con tu hijo, y te pusiste a besarlo efusivamente echándote su cuello. Te digo que esos abrazos y besos me enseñan más de ti que los tratados más doctos de teología. Ni color, vamos.
Reconozco, Padre, que fui injusto, que me quedé corto, al no considerar durante mucho tiempo que tu hijo Jesús fue el mejor regalo que me hiciste…
Te confieso que la parábola del “hijo pródigo” es descrita por tu hijo Jesús con rasgos difíciles de olvidar.
Aquel padre, que había visto con dolor cómo su hijo se marchaba de casa de modo tan exigente y desconsiderado… pero a su hijo no le había olvidado nunca. Aunque entristecido, siempre esperó su regreso. Pero ahora siente en su corazón: “hijo podrás volver a casa cuando quieras; los puertas están abiertas de par en par”.
Es estremecedor imaginar cómo un día lo vió acercarse hambriento y humillado…Al padre se le conmueven las entrañas, una expresión que los evangelistas mencionan frecuentemente al hablar de la conducta de Jesús: se le conmovieron las entrañas… es increíble cómo se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Pienso que a ti, Jesús, esta parábola sólo se te pudo ocurrir desde tu experiencia personal con la bondad de tu entrañable Abbá..,
El padre no permitió que se echara a sus pies, no le dio tiempo, ni reparó en que según la ley su hijo estaba en estado de impureza. No, el padre del hijo pródigo no reacciona cómo reaccionaría un patriarca de Galilea. Pareciera que en esos abrazos y esos besos tan entrañables, y delante de todos, este padre no da pie a su hijo para que siga con su confesión y su arrepentimiento; quería ahorrarle más humillaciones. Pues pensaba para sí que ya había sufrido demasiadas, y no necesitaba más explicaciones para acogerlo como su querido y esperado hijo. Tampoco le impone ningún tipo de castigo, ninguna clase de ritual purificador, como era la costumbre. Ni le hace falta que le rogara con palabras su perdón. Todo eso estaba de más; sobraba, porque jamás dejó de amarlo y desear su felicidad. Al padre sólo le preocupa que el hijo pródigo se sienta acogido. Y disfrutar sanamente de la vida…El padre rebosaba felicidad: este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; Estaba perdido y lo hemos encontrado.
Cuán difícil de olvidar esta maravillosa parábola, Abbá querido.

Rafa Redondo

Música : Caribbean Blue – Ennya