Eso también es Zen

Que este celeste pan del firmamento me alimente hasta el último suspiro.
Que esos campos tan fieros y tan puros me sean buenos, cada día
más buenos. Que si en tiempo de estío se me encienden las manos con
cardos, con ortigas, que al llegar el invierno los sienta como escarcha en
mi tejado.
Que cuando me parezca que he caído, porque me han derribado, sólo
esté arrodillándome en mi centro. Que si alguien me golpea muy fuerte
solo sienta la brisa del pinar, el murmullo de la fuente serena. Que si la
vida es un acabar, cual veleta, chirriando en lo más alto, allá arriba me
calme para siempre, se disuelva mi hierro en el azul. Que si alguien,
de repente, vino para arrancarme cuanto sembré y planté llorando por
las nubes, me orne en esa nube yo, me torne en planta, que sean aún
semillas mis dos ojos en los ojos sin lágrimas del perro.
Que si hay enfermedad sirva para curarme, sea sólo el inicio de mi
renacimiento. Que si beso y parece que el labio sabe a muerte, el amor
venza a la muerte en ese beso. Que si rindo mi mente y detengo mis
pasos, que si cierro la boca para decirte todo, y dejo de rozar tu carne
ya sembrada, que si cierro los ojos y venzo sin luchar (victoria en la que
nada soy y obtengo), te tenga a ti, silencio de la cumbre, o a ese sol
abatido que es la nieve, donde la nada es todo.
Que respirar en paz la música no oída sea mi último deseo, pues sabed
que para quien respira en paz, ya todo el mundo está dentro de él y en
él respira. Que si insiste la muerte, que si avanza la edad, y todo y todos
a mi alrededor parecen ir marchándose deprisa, me venza el mundo al
fin en esa luz que restalla. Y su fuego.

Antonio Colinas

 

Eso
también es Zen

 

Música: Farid Farjah – Full Album

 

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