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Retiro Zen

Y ahí estaba yo, con mi cojín de meditación, mi pijama y un puñado de prejuicios metidos en un bolsillito de la maleta; dispuesta a pasar un fin de semana Zen y a zambullirme en las profundidades del silencio.

Nunca había practicado Za-zen. De hecho, no tenía ni pajolera idea de lo que era. Sí que tengo hábito de meditar, practico Chi kung hace años, pero de la meditación zen sabía poco o nada. Pero me anime. Me animó un compañero de trabajo (gracias Marce) y de pronto me vi montada en un coche rumbo a Berriz a pasar el fin de semana.

Tengo que reconocer que al principio me sorprendieron muchas cosas. El respeto al entrar en la sala de meditación, el protocolario saludo al entrar y salir, el resonar de los las makilas de madera (disculpad mi ignorancia) antes de empezar cada sesión de Za-zen…

Me sorprendió escuchar: “¡kin hin!” y ver como todo el mundo se levantaba de su asiento y se ponía a andar lentamente por la sala.

Reconozco que al principio sentía ciertas resistencias y algún miedo; ciertos prejuicios a lo desconocido.

Y entonces Pedro, el maestro, dijo algo. No recuerdo con exactitud su frase pero se mantiene nítida en mí la sensación que tuve; fue como un dardo de amor al corazón. La onda de sus palabras atravesó toda la coraza de miedos y prejuicios y una pequeña lágrima rodó por mi mejilla. Y pensé: vale, Naiara, aparca todo, y Seguir leyendo Retiro Zen

La inocencia y el asombro

Nacemos con una prodigiosa capacidad: la de asombrarnos; siendo esta una cualidad específica de receptividad que nos hace particularmente dotado para filosofar, crear y crecer como personas verdaderas. El niño siempre está en la Presencia del presente, no se aburre, y si nos quejamos de su impertinencia, ello es debido a que con ella nos sacan del tiempo-pensamiento en que vivimos alienados. Por eso “molestan” al inmaduro adulto. El fenómeno del asombro y su atento cuidado, parten de la inocencia innata que, como receptáculo vacío, ejercitamos desde niños, la que nos faculta para vivir en plenitud más allá de las fronteras del pensamiento unidimensional, esa plaga llamada globalidad. De los que son como ellos es el Reino de los Cielos, clamaba el maestro de Nazareth.

La inocencia, por tanto, lejos de ser Seguir leyendo La inocencia y el asombro