Enorme es la Fuente

 

Esa diáfana luz
que en la noche se alberga…
Ocre es la tarde, oscura es la noche
y azules las auroras.
¡No desesperes…!
R.R.
Enorme es La Fuente cuando el ser de la existencia se deja regar por lágrimas sin causa, y los agradecidos brazos se elevan, solos, casi automáticamente, penetrando los insondables cielos de la aurora. Consagrándose como Mundo. La Ausencia, entonces, clama, fulge. Hace su aparición lo que jamás estuvo en las retinas.
Y constaté: sólo vislumbra enteramente el alba quién se detiene a vislumbrar la noche; por más oscura y fría que ella sea.
Por eso, humildemente, puedo afirmar cuán dócil a su reclamo misterioso, la luz amaneció en la quietud de mis escombros, hasta sentir su tacto.
Cielo sin nubes. Ausencia del yo en la muerte de mi muerte. Desde ahí la Presencia.
Ten confianza. No tengas miedo.
R.R.
Hay una dimensión de profundidad donde las nieblas oscurecen la visión. Y sé muy bien que en la más honda turbación puede hacerse sentir la fuerza –digo bien: la Fuerza- sobrehumana del Ser. Fuerza en la fragilidad, Fuerza en la propia extinción y aniquilamiento.
A causa de la entrega, rendida ya la existencia, aceptando la desolación, despunta en el viviente un nuevo sentido, una nueva luz. Lo sé.
R.R.

 

Música:  J.S. Bach : The Violin Concertos

 

Un pensamiento en “Enorme es la Fuente”

  1. Te agradezco profundamente poder confiar en la plenitud que quizás me acompañe en la vejez a través del prisma de tu mirada madura. Un abrazo muy fuerte

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