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Somos manantial

Somos totalidad, pero sufrimos porque elegimos vivir como fragmento. Somos de la raza de Dios, pero elegimos vivir ignorándolo. Somos como pez que en la mitad del río dice morir de sed. Somos manantial, pero, agotados, caminamos buscando un vaso de agua. Desesperados, nos creímos, como Sartre, ser “una pasión inútil”, pero somos una nada a la que Dios ama con pasión loca.

 

Rafa Redondo

 

Aprendí de Tomás de Aquino a escribir y trabajar rezando, y es mi deseo que este nuevo trabajo que ahora comienzo bajo el título de La presencia del Jesús interior siga la misma pauta de Tomás. Con él rezo y suplico:
Oh Dios misericordioso, concédeme desear con ansia, buscar con cuidado, reconocer con verdad y cumplir siempre perfectamente las cosas que te agradan. Ordena todo mi estado sólo para la gloria y el honor de tu Nombre; y concédeme saber lo que me pides que haga, y dame hacerlo como conviene y es provechoso para mi salvación.
Haz que no fracase ni me desvíe ni en la prosperidad ni en la adversidad; que no me enaltezca por una ni me abata por otra. Que no me alegre sino de lo que me lleva a Ti, ni me aflija sino de lo que me aleja de Ti; que no busque agradar, ni tema desagradar, sino sólo a Ti. Que todas las cosas transitorias se querido por Ti, y Tú, oh mi Dios, querido por encima de todas ellas. Que todo gozo que sea sin Ti me resulte molesto, y que no desee nada que no sea sin Ti. Que todo trabajo y fatiga que sea por Ti me deleite, y todo descanso que no sea en Ti me canse.
Rafa Redodno

 

 

 

 

 

Múisca: Adiemus – Karl Jenkins

 

Escuchar ese Silencio

El esplendor de la divinidad no brilla en ningún otro lugar del modo en que lo hace en la noche de la Cruz, en el momento en que el silencio de Dios, su ausencia se hace más notoria. Este silencio no es sólo la cumbre de la Revelación, sino también el lugar- insisto: «lugar»- donde toda revelación se hace oír con preferencia.
La originalidad del mensaje de Jesús radica en ese testimonio suyo, ante la condición humana perdida y desarraigada. Hace de ella el lugar privilegiado de Dios con el ser humano. ¡ Dichosos vosotros los pobres, porque vuestro es El Reino de los cielos!
Es la experiencia humana en su indigencia radical. Los pobres son todos los seres humanos que de una manera u otra experimentan la muerte de Dios en su existencia. Es toda esa masa de hombres y mujeres de los que Jesús decía que andaban errantes como ovejas sin Pastor… los pobres, los enfermos…
Escuchar ese silencio – que es todo un desbordamiento de Presencia ante los hombres y mujeres desesperanzados-en el que germina y crece, como la Aurora al término de la noche la pregunta, la única pregunta verdadera: ¿Quién y cómo es Dios para amarnos de este modo?
Rafa Redondo

 

Música: Enya – Caribbean Blue

 

 

 

 

Hay en el claro del bosque…

Cuando la persona acepta el camino hacia la liberación,
que es retornar a la profundidad de la Unidad que siempre
fue y es, adquiere un tinte nuevo su modo de estar en la tierra.
En la medida en que su consciencia asciende hacia el Todo,
en ese mismo grado, lentamente, se va desprendiendo de su
ego existencial, adquiriendo su nueva forma un progresivo
carácter impersonal. Una Fuerza, que lejos de aislarle del mundo, le hace aún más hermano con todo ser viviente y comprometido con el sufrimiento del mundo.
En la misma manera en la que su madurez se configura,
el hombre y la mujer habrán de tener el suficiente coraje y el
valor de fundir en esa amorosa globalidad todo lo que ellos
son, todo lo que saben, todo lo que tienen, todo lo que creen,
todo lo que pueden. «Abandone el hombre las imágenes, y
quédese sin voz, que quede mudo» –decía el místico alemán Johannes Tauler en un texto que me llegó de él –, porque nos es preciso abandonar la memoria, nuestra historia, nuestro ego… para proyectarlos hacia el insondable habitáculo
de lo sin forma, allí donde Buda deja de ser Buda, Cristo
deja de ser Jesús, y Dios deja de serlo. Allí donde, cuando
llegues, nadie te echará de menos, porque estuviste antes de
que todo fuera. Por esa razón el ser humano tiene motivos
para abandonarse y soltarse confiado a esa profundidad de lo
sin forma que le transforma en nueva forma de ser, que le lleva
a un nuevo orden de su esencia humana, más libre y total; allí
donde el culmen de su ser natural deviene en sobrenatural.
Comprometerse en el ejercicio de iniciarse a la trascendencia
es abrirse el sendero que accede a la auténtica fe–confianza,
donde, como escribió el Nóbel Tranströmer, «hay en medio del bosque
un claro inesperado que sólo puede encontrar aquel que se
ha perdido.
Rafa Reddondo

 

 

Música: Comme au premier jour – Andre Gagnon