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El pájaro negro

Al entrañable amigo el maestro zen Rafael Redondo le gusta repetir: Entrégate al instante que te insta a estar presente, y canta, canta… Yo no he conocido a un hombre más enamorado que él, y ni siquiera sabe qué es eso que ama tanto.

-Hay instantes que vienen amargos y uno no está para canciones. Es difícil amar en esos momentos.

-¿No lo has escuchado?

-¿El qué?

-¿Es que acaso no canta el pájaro negro de la amargura más claro que el blanco de tu gusto? Es imposible esa dicha de amar, y no saber por qué ni a quién, si no se ha escuchado el canto rey del pájaro del instante enteramente amargo.

Meditación para un verano

Circular veraniega

No se aparta la luz de quien no huye de las sombras…

(¡Cuánto se puede ver al no ver nada…!)

Ver fluir los instantes

como fluye el alba tras la noche.

Saber resistir el estallido de la umbría en plena luz

captando, y, si es posible, celebrando, la fluencia del Ser

en la entrelínea de las luces y las sombras.

Cuando el maestro interior toma las riendas de la existencia, se ve forzado el hombre a dejar toda posesión y posición logradas. Llegado a una determinada frontera, se plantea –y no sin sufrimiento- la disyuntiva de adaptarse al entorno o saltar al vacío. Este salto comprende a la vez la destrucción total y una nueva vida. Cuando el hombre tiene el valor de dar tal salto, desaparecen la disyuntiva y las fronteras. Todo es uno, Uno.

El primer contacto con la experiencia del Ser, no supone una transformación sin más. Para poder hablar realmente de transformación en otra dimensión, es preciso tener el valor de atender constantemente al sacrificio de la forma, morir y renovarse en cada instante. Ver, y seguidamente destruir lo caduco, para des-cubrir lo esencial que emerge renovado en cada momento.

La metanoia que aquí nos interesa – dice Dürckheim- pasa por la ruptura y destrucción de Seguir leyendo Meditación para un verano

Semillas originarias

Suspiros de sol acariciando mi cara, acariciando mi corazón. Susurros de luz flotando entre las palmeras, sin siquiera rozarlas. El silencio de un aire dulce, cálido, madrugadora sugerencia de la esperanza que nos reúne en este nuevo encuentro. Una parada en el camino para compartir las vivencias, las experiencias, los dolores y las alegrías. La común-unión del pueblo Maya en Maní, Yucatán, acompañados, alentados y escuchados por hermanos y hermanas en este viaje de la vida provenientes de otros pueblos, de otras tierras. “Desalojos, desplazamientos, despojo de territorio y contaminación de semillas nativas en la península de Yucatán”, la agenda está cargada.

Un altar congrega a los participantes; flores, cocos, jícaras, velas, colores y vida en el centro de este encuentro que denuncia la muerte impuesta por aquellos que siembran miedo. Precisamente, un recordatorio del Chilam Balam de Chumayel, se hace presente, fiel testigo sobre una lona del evento; “Ellos enseñaron el miedo y vinieron a Seguir leyendo Semillas originarias