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Circular de Navidad: IMITAR A NADIE

Juan de la Cruz, sufrió como pocos, la llamada “NOCHE OSCURA”, pero la iluminó con su Llama de Amor Viva. Fue el sereno de esa noche, el centinela de la alborada. Escribió lo que a mi juicio es uno de los mejores poemas de amor jamás escritos:

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

Juan, supo ver en el vacío de  la ausencia el amoroso aliento de una presencia. Juan, que sabía abrirse a la escucha, supo oír en el corazón del silencio la música callada que recrea y enamora. Juan de la Cruz, en la más hosca soledad de la cárcel, percibió la tierna y cercana compañía que brota  en la soledad sonora de quien sabe re-cogerse en un eterno sentir enamorado. Esquivó audazmente a la Inquisición, y lo dejó, escrito palpitando, para nosotros.

“Eso” que llamamos Dios no habla, más bien cede la Seguir leyendo Circular de Navidad: IMITAR A NADIE

Recuerdo de Plácido

Eran las 8,45.  Begoña (a la que yo llamo la Teresa de Calcuta laica, sin dar más pistas) interrumpió mi desayuno: Plácido –voy a llamarle así- había fallecido. Plácido, llegó de Italia acarreando en su espalda el peso de una vida marginada llena de luces y de sombras. Fino artista que combinaba con delicadeza y creatividad el óleo y la madera. Para mí era un compañero de camino, un ser querido de mi nueva familia, de la raza de los que no tenemos raza. Desde la ambulancia al Hospital fue atendido por brazos femeninos generosos. Hasta llegar a Urgencias. “Porque al enterarse de que era drogadicto –me dicen- se desentendieron de él”: “Mañana le daremos de alta…” exclamaron, que es el modernismo científico-médico que enmascara el desinterés. “A los drogadictos les escupen, sobran, los barren de los boxes”. Pero Plácido murió allí, donde estaba prohibido aparcar.

No tenía raíces, ni era hijo ni hermano ni cuñado de un político. Plácido era Seguir leyendo Recuerdo de Plácido

Situarse allí

Situarse allí, al declinar la tarde, en nuestra recuperada dimensión de sinceridad, cuando el sol, apoyado en el pedestal de luz de los postreros cúmulos, esparce su dádiva secreta troceando en mil haces su energía quebrada y repartida. Situarse Allí, en el declive vespertino, donde la soledad ha dejado de doler.

Y morir así, entregado y entregando, dando y esparciendo, fundida en la Unidad nuestra ya lograda forma, al par que la tarde se inclina de rodillas ante su propio ocaso, allí donde Dios se muestra como disco incandescente en su eterno devenir.

Situarse allí, donde no hay allí, en la inocencia innata que nos es propia; arrasando cualquier imagen o vestigio de memoria; dejando a un lado el hacer, ejerciendo el sólo ser del Ser.

Situarse allí, abolido el tiempo, donde la realidad se aprecia fulgurante cuando los pensamientos se Seguir leyendo Situarse allí