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Cuando ya nada tengo ni de mí queda rastro,
la nada del no estar
podría al final ser vacío y rebosante.

Petición a los miembros de la sangha IparHaizea, extensible a los queridos compañeros de la Asociación “Maestro Eckhart”, así como a toda persona libre que pueda aportar su idea y su sentir en cuanto al tema que sigue:

Estamos pensando en que las personas que practican Zen u otra vía contemplativa compartan con nosotros su propuesta o inspiración sobre cómo la meditación puede en estos difíciles momentos servir de liberación a los más castigados por la violencia neoliberal. ¿Vivimos la Unidad, o encapsulados?

Podéis enviarnos a iparhaizea1@gmail.com bien vuestro sentir personal, o un determinado texto esclarecedor, o una sugerencia práctica en que la praxis meditativa pueda abrir vías para hallar sentido en medio de tanto sinsentido.

Una experiencia de vida

La nueva semilla

es fiel.

Arraiga con más fuerza

en los lugares

que están más vacíos.

Clarissa Pinkola Estés

«En esta desnudez halla el alma espiritual su quietud y descanso, porque no codiciando nada, nada le fatiga hacia arriba y nada le oprime hacia abajo, porque está en el centro de su humildad. Porque cuando algo codicia, en eso mismo se fatiga.»

Fray Juan de la Cruz.

Comienzo con el vacío, con la desnudez, porque es el principio y el final de todo lo que puede decirse.

Codicia, fatiga, opresión. Son palabras que utiliza el poeta, pero son también nuestras experiencias cotidianas. En el pensamiento de Krishnamurti, el hombre nunca ha resulto como salir del sufrimiento, ni en lo personal, ni en lo colectivo. Muchas ideas han surgido de nosotros, nos han movido y nos mueven aún, pero ninguna a logrado liberarnos de ello, por muy hermosa que haya sido.

El sufrimiento nos pide algo que no siempre estamos dispuestos a darle, nuestra mirada de frente, cara a cara. La situación social y política que vivimos ahora nos está forzando a que hagamos frente al sufrimiento. No hay fronteras entre lo personal y lo colectivo, nunca existieron, pero ahora, lo vamos comprendiendo. Con la abundancia uno puede instalarse cómodamente en sí mismo, pero en la escasez hay velos que caen y nos permiten reconocer que estamos acompañados.

Creo y a veces siento, que una semilla se oculta en el corazón humano, y siempre reverdece. Pero para hacerlo necesita del barbecho. Ha sucedido muchas veces a lo largo de la historia y sucede ahora, quizás en los momentos más difíciles, porque son los de mayor despojo.

El brotar de una semilla en la primavera de 2011, con el movimiento 15M, rompió algunas de nuestras murallas, y salimos a la calle, reverdeciendo. Y nos encontramos, reencontramos la alegría, reconocimos que éramos muchos los que llorábamos a solas y supimos lo que era sentirse JUNTOS.

Mucho ha fluido la vida desde entonces, mucha sangre ha corrido por nuestras venas. Nos hemos fatigado, quizás desilusionado, porque las cosas no han sido como esperábamos. Las políticas se han recrudecido, el sufrimiento, el sin sentido, todo lo que nos sacó a la calle no ha cesado a pesar de nuestros esfuerzos ¿Cómo sostener la esperanza?

Quisimos construir un mundo nuevo, pero ese mundo ya existe en nosotros, quizás ahora nos sea más fácil descubrirlo. Nos hemos encontrado en este tiempo de «lucha» en la calle, moviéndonos socialmente, organizándonos, con nosotros mismos.

He vivido, hasta que salí a encontrarme con otros, con la creencia de que el camino de crecimiento espiritual, la práctica meditativa, el silencio interior, era difícilmente compatible con el ajetreo del mundo, en todas sus manifestaciones. Lo «espiritual» ha sido para mi un refugio en el que esconderme de mi sombra, hasta que esa quietud no me dejó escapatoria y tuve que remangarme, entrar bien a dentro, y abrazarla. ¿No es esto lo mismo que nos sucede ahora en lo colectivo? Creo que estamos siendo arados, bien a fondo, y en espera de que broten las semillas.

Estaba trabajando en las asambleas, en lo colectivo, pero con la sensación de que mi sitio estaba en el cojín, y en el recogimiento de la práctica. En esa dicotomía me rompí muchas veces. Otro motivo de conflicto fue como aportar mi visión, lo que sentía en mi corazón a ese movimiento social que bullía de luchas, enfrentamientos, esperanzas ¿había lugar para el vacío en ese movimiento incesante?

Y siempre una intuición, que estábamos luchando, dentro y fuera, con nuestro propio enemigo, sin querer verlo. ¿Cómo pacificarse ante la injusticia?¿Cómo dejar de indignarse? ¿Cómo hacerlo sin escindirse por dentro?

Así estuve, luchando, sufriendo, dejando hasta la última gota de mi energía, hasta el último latido del corazón en ello.

Intenté siempre estar presente, sentir lo que estaba sucediendo, y decirlo. Intenté actuar, pensar con el corazón y ponerlo en el centro de las asambleas, mostrándome por dentro. Me encontré con corazones que latían como el mío. pero también con Seguir leyendo Una experiencia de vida

Meditación y afrontamiento

La crisis que ahora estamos sufriendo no es sólo la versión más pura y coherente del capitalismo. La crisis -mejor sería llamarla asalto a mano armada– es la única versión posible del sistema más voraz creado por la especie humana para su autodestrucción, que se llama capitalismo. En este, la corrupción no es un apéndice casual propio de unos pocos miembros perversos del gobierno del P.P., sino que forma parte del metabolismo social del que aquel no es sino mero gestor.

Pero lo que, entre otras cosas, nos está ocurriendo es que este modo de canibalismo ha sorprendido a la ciudadanía mirando hacia otra parte, con el paso cambiado, pues desde hace décadas ya veníamos soportando mansamente los absurdos lenguajes de que la democracia liberal es el sistema menos malo de los posibles, o que las alternativas procedentes de Marx, era cosa de románticos, o que la educación universitaria tiene que estar orientada a servir a la sociedad (se entiende que a la sociedad empresarial), como proclaman los centuriones del llamado plan Bolonia. Y en este plan.

Por más que la indignación social ante el actual despojo sea haga más creciente, el hecho es que cuando la crisis se inició, miles de jóvenes ya estaban integrados en la mentalidad fraudulenta de la dinámica competitiva. Era la hora del regate corto, del enriquecimiento a golpe de especulación, del sálvese el que pueda, del vilipendio del poder mediático-liberal a las organizaciones sindicales, del pelotazo, de la patología de la normalidad… Recordemos el tirón que sólo hace pocos lustros tuvo Mario Conde como ejemplo de identificación con el ansiado éxito, o el llamado Super López, símbolo y modelo del triunfador en nuestras escuelas de ingeniería o facultades de Economía, donde se siguen fielmente los programas económicos del liberalismo que consideran la globalización capitalista tan natural como la luz del sol.

Tuvieron que ser -qué curioso- dos jóvenes nonagenarios recientemente fallecidos los que comenzaran a hacer despertar de su letargo a tanto joven prematuramente viejo, y a tanto viejo plegado a lo más viejo. Estoy hablando de un modo de concebir, percibir y vivir la realidad de modo fraudulento, engañoso, falaz; eso que en mis libros he llamado patología de la normalidad, y que el recientemente resucitado Karl Marx bautizó como falsa conciencia, y ahora, Pensamiento Único.

Parto de un hecho: la conducta corrupta es derivada e inherente al fundamentalismo de la religión capitalista, y es impensable salir de este dogma envilecido sin una revolución radical de nuestra conciencia. Me refiero a un cambio, a una transformación que, incluyendo dimensiones estructurales, añada la conciencia individual. No hay cambio sin cambiar-se ni transformación sin transformar-se . Y eso la llamada izquierda aún no lo acaba de aprender, es su asignatura pendiente. Pero, ¿en qué debe cambiar hoy el ser humano si no quiere verse abocado a la extinción?

Vivir sintiéndose separados (individualismo capitalista) es la falacia de una vía muerta. El sentimiento de Unidad del Ser, que yo aquí reivindico en tanto que no-dual, traspasa y rebasa el concepto básico del socialismo llamado solidaridad, porque ésta, aun siendo sublime meta y sueño de la humanidad, supone aún cierto Seguir leyendo Meditación y afrontamiento

Gnosti te auton

Este es un escrito de reflexión. La luz que incidió sobre mi fue la de Jiddu Krishnamurti, que ya a principios del siglo XX, veía con claridad los síntomas de lo que nos sucede ahora, de lo que nos sucede desde siempre. La reflexión de esa luz son estas palabras que os presento. La superficie sobre la que incide esa luz es una participación activa en un movimiento social llamado «Constituyentes«. El escrito es una carta abierta al sudor de este movimiento, a su caminar, a sus dudas y desasosiegos, también a sus esperanzas. Este movimiento tiene su inicio en Sevilla, en diciembre de 2011. Su razón de ser es que el propio pueblo decida como quiere organizarse y cooperar. Se aglutina en torno a la apertura de un proceso constituyente del pueblo para el pueblo, pero cuando te metes en esa harina, te das cuenta de que cuando se abre la puerta a lo nuevo, se descubre todo un mundo detrás, que nos incluye a nosotros como seres humanos, nuestras ilusiones, pero también nuestras dificultades de ser hombres libres.

Podría ser una carta abierta a cualquier otro movimiento social, de los muchos que emergen en nuestros territorios, y debe ser entendida como un análisis desde el corazón, de lo que sucede cuando estás remangado y poniendo tu sangre en la tarea de que salgamos todos del sinsentido y el absurdo, juntos, la única forma posible. Puede haber muchos errores, pero benditos sean si los que los cometen están dejando su alma en el empeño de alumbrar un mundo mejor, de salir del egoísmo.

Son muchas las semillas de un mundo nuevo que surgen en este agitado y ciego mundo nuestro. A veces parece que las malas hierbas van a sofocar tanta inocencia, tantas ganas de que florezca el amor en el corazón de los hombres, pero la vida que brota en esas semillas está más allá de toda resistencia a ese crecimiento. Después de participar activamente en esos movimientos nuevos y vivos, he aprendido algo muy importante para mi: la esperanza es una luz que está en nosotros y que se expande por si misma. Sólo tenemos que dejar que se disipe el humo que nos impide verla. No necesita de más estructuras ni cimientos que nuestro perseverante retorno al corazón.

Carta abierta a Constituyentes

“Gnosti te auton”

«Confiemos en que no será verdad nada de lo que sabemos»

Antonio Machado

Piérdete, piérdete,

y escapa de esta nube negra, de esta nube que te encierra.

Entonces verás tu propia luz, cual radiante luna llena.

Rumi

“Gnosti te auton”, esta leyenda figuraba en la entrada del templo de Apolo en Delfos, «Conócete a ti mismo». Apuntaba, al que iba a consultar el oráculo, que era lo verdaderamente importante.

Últimamente me han surgido dudas, interrogantes, sobre el trabajo que hacemos en constituyentes, así como sobre mi propia participación en este movimiento, y he intentado investigar un poco al respecto, en los Seguir leyendo Gnosti te auton