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Vibrando con IparHaizea
Una vez más postrado, arrodillado a los pies del imponente Anboto, en esta ocasión desnudo al cielo metro a metro, orgulloso de su talante, muy seguro tumbado en su lecho. Una vez más el sonido del cuenco del zendo..., su vibrar resuena con fuerza, y como casi siempre, ese eco, esa reverberación, despierta algo profundo...,…