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Vaciarse de «Zen»

Un monje, y próximo sucesor de su maestro, preguntó a éste en el lecho de muerte:

-”Maestro, existe alguna enseñanza más que yo deba aprender de ti?”

-“No, respondió el maestro- me hallo plenamente satisfecho; sin embargo hay algo en ti que me preocupa bastante”.

-“¿A qué te refieres, Maestro? Dímelo por favor, para que de ese modo pueda yo corregirme”.

-“¿Sabes qué es lo que me preocupa de ti? –dijo el maestro-: me preocupa que sigas apestando a Zen-“

Ensō

La esencia del Zen -seré reiterativo- no tiene nombre, sobrepasa el mismo Zen, incluido su nombre. Cuando uno ha experimentado lo innombrable no puede adherirse a nada ni a nadie, porque nada y nadie -ni siquiera el desprenderse total, o el Vacío- pueden dar cuenta de ESO. Adherirse a las creencias y adherirse al Vacío, en tanto que adherencia, supone el mismo mal. La misma Nada, en su plenitud, rehúsa a ser venerada como objeto de adhesión. Y no hay palabras para poder explicar lo inexplicable. Será preciso, incluso renunciar al propio Zen. El desapego, cuando lo es, es total, incluido el deseo de perfección, que se queda vacío, y suprimidos tanto el individuo como su situación. Una experiencia de absoluta negación, donde sujeto y objeto se dejan diluir en la nada; tal es la más genuina expresión del Zen, que incluye su propia negación. La negación como un Seguir leyendo Vaciarse de «Zen»

El sonido del Misterio

En la más profunda arteria del ser humano late una nostalgia: en su inconsciente resuena aún la música callada de su origen olvidado; y la añora, aunque también la rechaza. Esa es su tragedia. Y esa es, también, la razón de que siempre se halle activo, buscando a tientas eso que intuye; eso que le atrae y que a la vez censura. Y así vive –si a eso puede llamarse vida-, extravertido y de espaldas al su Verdadera Naturaleza.

A pesar de esa represión constante, y aunque en su quehacer frenético deambule como un ciego, en su interior palpita el deseo de unirse con aquello –su realidad primera- que fue expoliado desde apenas nacer. Vive, expatriado desde su más primera infancia, a través de la deformación de una pedagogía instrumental en la que ha sido adiestrado más para competir que para compartir, más para capacitarse que para formarse. Mas para tener que para ser. Y a eso le llaman normalidad.

Sin embargo, en medio de su sinsentido, allí, en lo más profundo del corazón de cada hombre y de cada mujer…sigue palpitando una Noticia. La experiencia nos dice que Seguir leyendo El sonido del Misterio

La palabra silente

A mis amigos poetas Vicente Gallego, Eloy Sánchez Rosillo, José Rubio y Hugo Mujica. A la Sangha Ipar Haizea.

….Me refiero a la auténtica palabra poética que se da en el mismo extremo del lenguaje; palabra que no hablamos, verbo interior que nos acompaña cuando acallamos el verbo exterior. Hablo de la palabra silente, la que habla por nosotros dando paso al ser latente que se deja decir en nuestro lugar, el Verbo que nos antecede y constituye, porque callar no es dejar de hablar es dejar hablar al silencio que nos invita a callar. Y quitarnos de en medio.

Palabra –o, más bien, antepalabra- exenta aún de significación, aunque colmada de Seguir leyendo La palabra silente