Archivo de la etiqueta: Maestro

Caminar de nuevo hacia lo nuevo

Que Occidente debe descubrir su propio zen, es una necesidad perentoria no sólo demandada desde hace lustros por algunos maestros orientales, como Taisen Deshimaru, sino, sobre todo por los prestigiosos maestros occidentales, como Karl Graf Dürckheim (que cambió el nombre de “Za-Zen” por el de “sentarse en silencio” y se negó a ser reconocido como maestro), o como el maestro Willigis Jäger, que tuvo serios problemas con la Escuela Sanbo Kyodan, fundada por Yasutani Roshi, sin dejar de citar a Carlos Gustavo Jung, que declaró lo mismo ya en la década de los cincuenta. En tal sentido creo  justificable, por su interés iluminador, la cita “in extenso” del prólogo de Willigis Jäger en  mi libro “El Esplendor de la Nada” (editorial Desclée de Brouwer, 2010):

Hasta hace bien poco, el Zen era para occidente como una semilla extraña, como un especie de planta exótica que a lo largo de los últimos decenios enraizaba en nuestro suelo hallando en él un espacio reconocido y respetado por las restantes clases de plantas.

En este cambio de escenario, es inevitable que el Zen se vaya adaptando y ampliando a nuestras formas occidentales. El hecho es que el Zen ha marcado su impronta en occidente, pero también el occidente en el Zen. Se trata de una interrelación recíproca, aunque todavía en marcha, en movimiento. Sin embargo, lo esencial del Zen – el despertar de la estrechez de los

Seguir leyendo Caminar de nuevo hacia lo nuevo

Crisálida

Carta de presentación a la Shanga IparHaizea

Llegué a conocer la Shanga IparHaizea siguiendo la pista de Rafael Redondo, tras leer el que entonces era su último libro: El brotar del asombro. Como los perros de caza, una vez que olisqueas lo que vas buscando, no paras hasta encontrarlo. El aroma de ese libro era el del corazón, el de mi propio corazón, por eso emprendí esa búsqueda. En IparHaizea fuísteis tan amables de ponerme en contacto con Rafael y le escribí una carta. Desde entonces tengo la enorme suerte de no haber perdido el contacto con él, ni tampoco con vosotrxs. Recibo los correos informando de vuestras actividades, y si no fuera porque en este camino, la aceptación de lo que es, es la mejor de las compañeras, diría que os tengo una sana envidia por la suerte que tenéis de contar con Rafael, tan cerquita (yo vivo en Sevilla), y de haber creado entre todos ese espacio que, aún sin haberlo vivido, sé que es un espacio de amor y de maduración.

Lllevo unos 15 años (ya voy perdiendo la cuenta) practicando meditación. Mi camino no tiene forma alguna, porque es el Silencio, el Silencio del corazón.  Entré en él de la mano de un maestro, J.F. Mortiel, después él se convirtió en gaviota y se fue volando en un atardecer malagueño, y yo seguí caminando sola, adentrándome donde él me había indicado, en mi propio pozo, en mi propio corazón. Él decía que en el Silencio, en la práctica de meditación, no había que introducir nada, sabiendo de nuestro afán de hacer, sino dejar que sugiera, aguzar el oído para escuchar el susurro de lo que somos, y nos decía que ahí podríamos oír incluso la armonía del cosmos, porque todo está en nuestro corazón. He compartido la práctica con escuelas de zen, con prácticas de budismo tibetano también, sintiéndome como en casa en todas ellas, pero siempre vuelvo a la quietud silenciosa, a la espaciosidad del Silencio desnudo, que fue donde «me crié», que es mi patria sin fronteras.

No tengo aquí la suerte de contar con un espacio como el vuestro, aunque sí comparto con vosotros la fortuna y el agradecimiento de escuchar a Rafael. Escucharlo es recibir la vida, mirarse en un espejo claro y límpido que nos permite vernos. Por eso empecé a enviar algún escrito, porque me sentía cerca de vosotrxs, aunque no haya pisado aún el zendo. Dice Nisargadatta que Seguir leyendo Crisálida

Todo lo que asciende converge

Circular de Rafael Redondo para caminar sin dispersarse

Intenso otoño, pleno de cursos, zazenkais, iniciaciones, talleres, con sus páginas web atiborradas de cursos, de opiniones de maestros, de mensajes y mensajeros…

Pareciera -y de algún modo lo es- silencio en ruido transmutado. Por ello, se hace necesario, casi urgente, re-COR-dar quiénes somos en la peculiaridad de nuestra sangha, de nuestra práctica, de nuestro sendero diseñado por y para nosotros (desde donde con mochila desnudos caminamos, y al mundo, disponibles, nos abrimos).

Cuando esto escribo llega, en cuestión de horas, a nuestra comunidad el Maestro Brazier desde el budismo; y muy pronto el Maestro Vidal, con su cristianismo. Y arribará también el mitra Vicente Gallego, y Juan Annucibai, y Celso Navarro, y…

TODOS DESDE LA PROFUNDIDAD NOS ENTENDEMOS Y QUEREMOS.

Sólo quiero decirte algo que no es nuevo y que en boca de León Felipe siempre te he dicho:

Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.

Busca tú camino, para eso naciste. Y en ese empeño te acompañará IparHaizea.

Un verdadero maestro unifica, no dispersa. Y el Maestro es  Seguir leyendo Todo lo que asciende converge