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La tela de araña

Reflexiones mientras observaba a una araña

La tela, la red, la paciencia esperando en la red. Colgando de los hilos invisibles. Todos tenemos ese contacto con las redes platinas del amor, de la vida, es preciso estar atentos a las señales, atentos a los sentidos, nuestras conexiones con el cosmos y el mundo, esas antenas que nos permiten conectar con la vida que somos.

Atención plena

La araña lleva a cabo sus actividades de manera rápida, sin distracción, pero siempre sintiendo la red. Repara su tela, siente una presa y va a por ella, y vuelve a su centro, rápido. Todo lo hace atenta, escucha, siente, actúa y vuelve a su centro.

Es importante volver al centro, siempre, tras cada acción. Muchas veces, en nuestra sociedad, los humanos vemos algo, nos distraemos, actuamos, pero de repente otra cosa nos llama, y vamos, cada vez más lejos del centro, actuando en base a estímulos, de estímulos previos, y perdemos nuestra raíz, nuestro centro. Finalmente nos vemos fuera de la propia red, de la tela. A veces pasamos por el centro, pero no en base a volver al centro, sino porque estímulo sobre estímulo nos ha llevado allí. Caminamos reaccionando, sin ser conscientes de nuestros pasos, de donde venimos, y así, cada vez nos cuesta más recordar, porque sin saberlo, tejemos una Seguir leyendo La tela de araña

Estar en HARA… estar en paz

Hara, la búsqueda del centro

Hara es una palabra japonesa que designa un «estado del ser”, centrado y sereno. Designa al vientre y a lo que allí reside: la conciencia del Ser profundo. Describe también la zona del abdomen comprendida entre la boca del estómago, las últimas costillas, el hueso púbica y la cresta ilíaca. Conocer este punto en el propio cuerpo, permite mantener una actitud relajada, optimista y creativa.

Allí, en el centro, reside también la memoria del cordón umbilical: el recuerdo del momento en que no hacía falta procurarse alimento ni abierto porque todo estaba previsto por la matriz.

Allí donde la madre alimentó al feto hay una memoria celular de un estado pleno y nutritivo. Volver a ese sitio con la imaginación, la conciencia, el tacto y el ejercicio, devuelve seguridad y confianza, permite actuar de una manera “centrada”.

Los chinos llaman a este punto energético “tan-tien” o “centro de conciencia” y lo ubican a unos cuatro dedos por debajo del ombligo, “hacia dentro”. Los hindúes lo llaman “segundo chakra” y lo describen como un vórtice de energía que permite el acceso al goce y la alegría.

En tanto que los orientales conocen la importancia de este centro desde hace miles de años, los occidentales, por el contrario, nos hemos abocado al cultivo de Seguir leyendo Estar en HARA… estar en paz

Emociones y meditación

En la meditación Zen, sostenemos nuestra atención en la respiración Hara. Se trata de ir despertando la sensibilidad de esa zona (interior del abdomen, 3-4 dedos por debajo del ombligo), sintiendo cómo si la respiración se localizara allí. Nuestras atención debe estar focalizada en dicho lugar, desarrollando la capacidad de observar lo que ocurre sin intervenir con nuestro pensamiento.

Meditas, y aunque no sea fácil, sabes cómo lidiar con los pensamientos, para que no distraigan tu atención sostenida en la respiración. Rafa Redondo lo ha sugerido en multitud de ocasiones. En la inspiración, los llevas al hara, y desde allí, en la espiración, los guías suavemente, incluso con ternura, a través del kikai-tanden (interior del abdomen, cinturón lumbo-abdominal, caderas, piernas), dejando que atraviesen las plantas de los pies y se diluyan en la tierra. Una y otra vez, sin ningún tipo de enfado o rechazo al pensamiento que surge (ya que es tan hijo tuyo como el silencio, y sin uno, no conocerías al otro). Lo llevas con suavidad, como la foca empuja amorosamente a su cachorro hacia el agua, en su primera zambullida. Sabiendo como sólo una madre sabe, que tras el miedo inicial a soltar la tierra conocida, no hay abismo mortal, sino la puerta de una nueva vida, fresca y fluida. Y cuánto más árida es la sentada, cuántas más veces te sorprendes divagando en pensamientos, mejor es la meditación, porque más veces practicas el ejercicio de volver a la respiración. Si te enfadas porque te sigues dejando llevar por el pensamiento, sigues esclavo de él. Trátalo con ternura, “acompáñale a la puerta”, con amabilidad, y deja que, simplemente, sin intervención por tu parte, ocurra la respiración y el pensamiento se diluya en ella. Déjate respirar.

Mascaras y teatroEso lo sabes, pero la cosa se complica cuando es una emoción la que perturba tu abismamiento. Porque la emoción se enreda con el pensamiento, y a esa sensación en el cuerpo (nudo en el estómago, sudor frío, debilidad en las piernas, presión en el corazón, carne de gallina, apretar de mandíbulas, tensión en Seguir leyendo Emociones y meditación