Puro opio

En el camino del Zen constantemente hablamos de hacerse uno con la realidad, la Realidad. Pero habrá que recordar que vivir la realidad, no equivale a aceptar la injusticia.

“Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, te dicen y escriben los medios controlados por las banca.

“No hay alternativa”, te dicen y escriben los economistas del PP.

“Todos tenemos que hacer un esfuerzo para salir de la crisis”, te dicen y escriben los comunicadores del PNV.

“Son medidas excepcionales para tiempos excepcionales”, te dicen y escriben los ministros del gobierno de Rajoy.

La escritora Clara Valverde -Clara, una de las mentes más preclaras- recuerda en su libro “NO NOS LO CREEMOS” algo que ya Chomsky, Fromm, Gramsci y Marcuse, entre otros, afirmaban en los años sesenta: que el lenguaje es la primera y más necesaria arma que las élites políticas y económicas neoliberales utilizan para implantar sus políticas injustas y para aumentar las desigualdades. Acuden a estrategias lingüísticas llenas de culpa, miedo y confusión para mantener su poder y necesitan que la ciudadanía crea en sus palabras y las repitan.

Quien espere del Zen la liberación de la conciencia no tiene otra salida que “contemplar” qué obstáculos halla en tal camino. Hablo de una práctica revolucionaria en la medida en que transforma la conciencia, y en nuestro caso, nos ayuda a desenmascarar el lenguaje neoliberal para entender las manipulaciones, dejar de creer las mentiras, cuestionar el poder, movilizarnos contra las injusticias y recobrar nuestra dignidad como personas. Ser practicante de Zen es despertar, es contemplar la realidad sin maquillajes, y, sobre todo, es ampliar la conciencia más allá de las manipuladas fronteras de lo que nada inocentemente se define como “lo que hay”.

No te engañes, que no te engañen. Y, por favor, no nos engañes tú; porque la práctica del Zen que se aclimata MANSAMENTE a los dictados del poder establecido (recuerda que establecido viene de la palabra establo), es una pseudo-práctica, muy bien remunerada económicamente, está cobrando cotas de epidemia. Pero esa falacia tiene claros nombres y adjetivos: puro opio. Droga pura.

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