El pájaro negro

Al entrañable amigo el maestro zen Rafael Redondo le gusta repetir: Entrégate al instante que te insta a estar presente, y canta, canta… Yo no he conocido a un hombre más enamorado que él, y ni siquiera sabe qué es eso que ama tanto.

-Hay instantes que vienen amargos y uno no está para canciones. Es difícil amar en esos momentos.

-¿No lo has escuchado?

-¿El qué?

-¿Es que acaso no canta el pájaro negro de la amargura más claro que el blanco de tu gusto? Es imposible esa dicha de amar, y no saber por qué ni a quién, si no se ha escuchado el canto rey del pájaro del instante enteramente amargo.

Reencuentro

En IparHaizea, 8 de septiembre, lunes

Volvemos -¿acaso alguna vez nos fuimos?- a nuestro zendo de Rekalde en un momento en que la humanidad se desangra en diez guerras: Ucrania, Gaza, Libia, Mali, República Centroafricana, Afganistán, Irak, Sudán del Sur, Siria y Somalia. En todas ellas proliferan ideologías extremistas y ambiciones imperialistas.

A nuestra puerta toca ya el depredador ángel del Mercado, amparado por un gobierno que atenta contra la vida real y llena de mentiras los cerebros. Nos toca meditar sobre el suelo de un mundo al revés, sobre el tatami de una civilización que considera el Becerro de Oro -o, más bien, el oro del becerro- como parte de su metabolismo, mientras el devastador virus del ébola atraviesa las fronteras, y las potentes multinacionales farmacéuticas, con las que la ministra Ana Mato negocia, pues de un negocio más se trata para ellas, que sin rubor señalan que “no hacen medicamentos para pobres” (sic).

Pero en Ipar Haizea, en el barrio bilbaino de Rekalde, como en tantos rincones del mundo que no son noticia, nos duele el mundo, incluidos los pobres miserables que sólo Seguir leyendo Reencuentro

Desolación

Tras los «olfateos» de la unidad, después de experiencias de expansión de la conciencia en las que la perfección de lo más simple se muestra ante nosotros, «volvemos» al mundanal ruido y puede que se instale en nosotros la desolación. Es el síndrome de abstinencia de la ilusión. Una ilusión que se había ido cimentando en metas cada vez más «elevadas», desde la ilusión adolescente del atractivo físico, al atractivo intelectual, la ilusión de ser «bueno», la ilusión de ser «sabio», hasta la ilusión última, la de un «estado de iluminación», seguramente alimentada por bellas y profundas experiencias a medida que la búsqueda nos Seguir leyendo Desolación

Meditación Bilbao