La tela de araña

Reflexiones mientras observaba a una araña

La tela, la red, la paciencia esperando en la red. Colgando de los hilos invisibles. Todos tenemos ese contacto con las redes platinas del amor, de la vida, es preciso estar atentos a las señales, atentos a los sentidos, nuestras conexiones con el cosmos y el mundo, esas antenas que nos permiten conectar con la vida que somos.

Atención plena

La araña lleva a cabo sus actividades de manera rápida, sin distracción, pero siempre sintiendo la red. Repara su tela, siente una presa y va a por ella, y vuelve a su centro, rápido. Todo lo hace atenta, escucha, siente, actúa y vuelve a su centro.

Es importante volver al centro, siempre, tras cada acción. Muchas veces, en nuestra sociedad, los humanos vemos algo, nos distraemos, actuamos, pero de repente otra cosa nos llama, y vamos, cada vez más lejos del centro, actuando en base a estímulos, de estímulos previos, y perdemos nuestra raíz, nuestro centro. Finalmente nos vemos fuera de la propia red, de la tela. A veces pasamos por el centro, pero no en base a volver al centro, sino porque estímulo sobre estímulo nos ha llevado allí. Caminamos reaccionando, sin ser conscientes de nuestros pasos, de donde venimos, y así, cada vez nos cuesta más recordar, porque sin saberlo, tejemos una nueva red, una red paralela que no es de seda plateada, sino de cuerda que se rompe a la mínima. Tejemos una red de reacciones, de ilusiones, de miedos. Una red paralela que nos coloniza sin que lo sepamos. Y caminamos esa red. El problema es que cada vez más, caminamos por ésa, y nos separamos de la red original. El problema es que esta nueva red es frágil, y a la mínima se rompe, nos caemos al vacío, y rápidamente, para no caer, creamos una nueva red, pero es una red creada por el miedo y cada vez más débil. A veces, en una caída, si nos dejamos caer, llegamos a caer hasta la red original, hasta la red que es nuestra raíz. De repente sentimos la conexión de la red de seda platina, firme y suave, fuerte y flexible. Confianza. Moviéndonos en los vientos. Volver a sentir esa red, nos mueve al centro, de repente sentimos la atracción al centro. Cuidado con aferrarse al trozo de tela donde hemos caído. Esa es la colonización de una descolonización. A veces al sentir esa tela, donde sea que hayamos caído en la red, la agarramos, sentimos la iluminación y nos aferramos a ese lugar, un lugar en alguno de los puntos de la red. Hacemos de ese punto un centro, que no es EL centro. Y apestamos a zen. Es preciso dejase sentir, sentir la red, y sintiéndola, veremos que las telas se tensan hacia el centro, y que se dirigen hacia la misma fuente, y hasta allí hemos de ir, al Hara. Una vez allí, siempre atentos, sintiendo, actuando y regresando al centro. Si un día la red se rompe, si viene una tormenta que rompe la red, entonces, como la araña, caminamos, buscamos otro lugar, desde donde crear. Al fin y al cabo, el centro no es el centro de la red, el centro está dentro de nosotros, y estemos donde estemos podemos crear de nuevo una red.

Seguimos caminando.

Tela de araña

3 pensamientos en “La tela de araña”

  1. Desde una vez que misteriosamente me encontré con vuestra página, acudo a ella con una sensibilidad que me delata. Leo el correo que llega (vivo en madrid) y me siento como si mi fragilidad tomara cuerpo en el mensaje y se transformara delicadamente en el contenido que acaricio y acuno en mi ser.
    Sólo sé vuestros nombres , pero mi gran abrazo , por la gratuidad de tan bellos pensamientos que aportan una riqueza de sensibilidad y ternura.

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