Desapegado del miedo….

Practicando el kin-hin (zen caminando), descalzo, toco lo real. Y lo real me toca. Yo no soy dios en mi pequeño yo, sino cuando, descalzo y desprendido, me libro de mí y libro a otros de mi. «Quizá –escribe Juarroz- en el extremo de mi sangre los pies me están salvando, ya que no he podido salvarme con las manos».

Sólo el ser vaciado de sí puede cambiar el mundo, pues tan despegado del miedo está que la muerte no le alcanza y el hermano lobo-miedo no tiene donde morder.
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Tan sólo, oh densa Nada, te comprendo lejos del pensamiento, lejos del tiempo, lejos del espacio: Habitas –eres- detrás de todo nombre en un sin-lugar que no sabe de puntos cardinales.
Soy libre al decir que puedo verte mejor cuando abandono estos ojos. Atrapado en el deseo, esclavizado por el sentimiento, repatriado en la razón, tan sólo ligeramente atisbo tus manifestaciones. Tú, amada Nada sin forma, origen de las formas; tú, totalidad que nos habita; tú, oscura y luminosa llama; fuente de la que emanan los modos, los gestos, y las formas que anidan en los lienzos.
Hoy se escapó de mí –voló conmigo- mi memoria
en alas moteadas de oquedades.
Hoy se escapó de mí a sus soledades,
a la quietud silente de lo Nadie,
donde el tiempo sin forma se hace verso,
sin pliegues de palabras.
Y me quedé sin nada, y no dejé nada
salvo el rastro efímero
de unos pasos por la arena.
R.R.

 

Música: Hans Zimmer – Time

 

 

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