Archivo de la categoría: Cartas a la Sangha

Palabras de amig@s que sólo están lejos físicamente.

El regalo

El regalo

Si Dios (y sus miles de posibilidades de decir quién es) hubiese decidido fuéramos energía, instante puro, luz originaria… que dicen tantos bella o superficialmente… no sería ésta nuestra historia, así, tal como hoy, tal como tú igual y diferente, todos. Quiso que nuestra vida fuera vivida con nombres, con Realidad, nombrándola, palpitando de vida por cada rincón y temblor de nuestro cuerpo.

Dios optó y nos regaló completamente ser humanos entre el juego, el baile, los grises, la luz, los posibles y los imposibles de la vida…

Dios, de todas las opciones posibles que son miles y más, decidió este Regalo de carne y hueso, oxígeno y agua, el ser más Seguir leyendo El regalo

El pájaro negro

Al entrañable amigo el maestro zen Rafael Redondo le gusta repetir: Entrégate al instante que te insta a estar presente, y canta, canta… Yo no he conocido a un hombre más enamorado que él, y ni siquiera sabe qué es eso que ama tanto.

-Hay instantes que vienen amargos y uno no está para canciones. Es difícil amar en esos momentos.

-¿No lo has escuchado?

-¿El qué?

-¿Es que acaso no canta el pájaro negro de la amargura más claro que el blanco de tu gusto? Es imposible esa dicha de amar, y no saber por qué ni a quién, si no se ha escuchado el canto rey del pájaro del instante enteramente amargo.

Conexiones

La mente racional no lo refleja en su pensar, pero cada célula sabe lo que le pasa a cualquier otra célula del cuerpo, en tiempo real. No sabe explicarlo, y no sabe que sabe, pero lo sabe. Cada molécula, cada átomo es imprescindible para que el conjunto sea reconocible como conjunto, y a la vez muere a cada instante para permitir la constante renovación de la vida que, sistémica, orgánica y libre, da sustento a esa imagen mental que llamamos conjunto, para poder expresarnos entre partes. Para poder integrar el lenguaje y el conocimiento en el organismo, y así dejarnos caminar en ese proceso evolutivo del que somos actores y espectadores al mismo tiempo, eso que llamamos tiempo, presente sin badenes.

Ipar Haizea se conoce a sí misma por sus partes, las que miran y miran para des-cubrir que lo son gracias al todo. Y en la genuina particularidad de cada célula se puede reconocer y poner nombre a Seguir leyendo Conexiones