Archivo de la categoría: Cartas a la Sangha

Palabras de amig@s que sólo están lejos físicamente.

El gran viaje

«El universo infinito está delante de tus ojos, infinitamente grande e infinitamente pequeño, no hay diferencia.»
Xin Xin Ming. Poema Zen siglo XII.

Los montes estaban nevados, las ovejas pacían en los campos verdes, los cuervos y las rapaces sobrevolaban serenamente los perfiles de las montañas, la lluvia caía incesante haciendo irreales todos los límites, que tan perfilados nos parecen. Una torrentera de agua transcurría perseverante por un canal de piedra, y cantaba, y no olvidaba su canción, ni los cuervos su melodía, ni las ovejas su serenidad; la luz tampoco se olvidaba de derramarse ¿y nosotros, que hemos olvidado nosotros? Hemos olvidado vivir. Hacemos un viaje de retorno a la vida, de retorno a darnos cuenta de la ausencia de límites, de darnos cuenta de que, fuera de los conceptos, todo es no-dos. Hacemos un apasionante viaje a la visión y vivencia de lo real.

El Sabor del café

Estaba preocupada esa mañana… esas cosas, tantas cosas que nos ocupan la mente, que nos parecen tan importantes que diríamos que es imposible dejar de pensar en ellas. Era un sentimiento que dolía, una carencia, una expectativa, da lo mismo, el caso es que bebí la taza de café, cabizbaja, en dos o tres tragos, y comencé velozmente a recoger los restos del desayuno, entonces lo vi, en ese sobrecito arrugado de azúcar ponía: El sabor del café , en letras claras y grandes, y de repente me di cuenta de que no había saboreado el café esa mañana. Quedaba un poco en el fondo de la taza y lo probé emocionada, porque intuía lo que iba a comprender en ese momento, gusté entonces del sabor del café, ese sabor concreto de esa taza, de ese día, de esa mañana, y era bueno, muy bueno, y me lo había perdido.

Nos perdemos el sabor de cada cosa si estamos aferrados a nuestros pensamientos, a lo que nos duele, a lo que nos hicieron, a lo que nos será difícil. Y lo que más me llamó la atención es lo bueno que Seguir leyendo El Sabor del café

LA MIRADA DE ASOMBRO, por Roberto Folgueira

Querido Rafa (y todos aquellos compañeros/as que leáis esto),

El otro día asistí por primera vez al Zazenkai (todo es nuevo para mí en Iparhaizea) y fue una maravillosa experiencia compartir una mañana de meditación y silencio con tantos compañeros y compañeras. Al final de la sesión dejaste un espacio abierto para preguntas y dudas acerca de la práctica del zen. Yo no hice ninguna pregunta a pesar de que las dudas que tengo sobre la propia práctica en sí son muchas, pero ahora no me preocupa demasiado si mis dedos están bien colocados, si la respiración es adecuada, si la espalda está perfectamente recta, si soy capaz de o no de observar mis pensamientos sin ser arrastrados por ellos. Dejo eso a la ortodoxia, que seguro que tiene justificadas razones para valorar cómo debe uno practicar zazen. Para mí el simple acto de sentarme en silencio sin hacer nada ni esperar nada es ya algo extraordinario. En un mundo donde hemos glorificado la acción por encima de todo, sentarse a hacer nada, sólo a observar, me parece casi un acto de rebeldía social.

Lo que a mí me sugirió tu espacio para preguntar no fue nada relacionado con la práctica del zazen. Mi pregunta era anterior: ¿por qué practicar zen? La respuesta a esa pregunta, que me había acompañado toda la mañana de zazenkai, la había encontrado la Seguir leyendo LA MIRADA DE ASOMBRO, por Roberto Folgueira