Renacimiento

Mari, la Dama de Anboto, depositó en el caminante su humilde enseñanza:

“La experiencia de la Unidad se alcanza

a través de la multiplicidad de las formas.

La experiencia del Vacío

a través de la no forma.

Quien sabe, no habla.

Quien habla, no sabe.

Quien nada busca, lo encuentra.

Para encontrarse, primero hay que perderse.

Sólo quien busca la inocencia del niño,

alcanza el entendimiento.

Quien camina, se mueve en la quietud.

Quien se descalza, se enraíza,

y las puertas del cielo le aparecen abiertas.

La Tierra, es la costilla del Ser.

El Agua, la fuente que custodia la puerta.

El Aire, la pluma de la visión.

El Fuego, la luz, alimento del alma.

La visión perfecta habita,

en el ojo que atraviesa la luz

y se sumerge en oscura plenitud.

La armonía justa,

en la sonrisa del que abraza

y sin condiciones ama.

Y la palabra correcta,

la que brota del silencio.”

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