Pura Presencia en la Ausencia

 

n principio erat Verbum…
La Palabra, esa mueca animosa que el Aliento de tu Espíritu brinda hoy a mi existencia… Y me mantiene vivo.
Pareciera que el Espíritu del Ser, aunque aparentemente oculto, rompiese en este anochecer unos pocos segundos el velo de silencio que ligeramente vela tu indomable instinto narrativo, tu decir la Buena Nueva: la cercanía de tu Soplo…
Una porfía acendrada de hacer historias en la Historia como parte esencial de tu metabolismo comunicativo. De ahí que nuestros labios, cuando reproducen tú decir, devengan en amorosa boca, evocadores de la no-palabra interior y anterior a tu Palabra, hecha canción, poema, verso, oración y beso.
La Palabra, la tuya ya hecha nuestra, así entonada antes de que tu aliento la hiciera brotar en nuestra boca, se hace evocadora de Presencia. Su orificio es su oficio: un acto de amor, una proclama de vida, un diseño de transparencia.
No es difícil hallar lo inevitable. Y oírlo aunque no hable. Mas nos dotaste de voz, Señor, de boca para e-vocarte y en las horas oscuras con-vocarte. Nos cedes la Palabra al con-cedernos con ella la raíz del Gran Silencio, tu morada.
Tú, pura Presencia en la Ausencia, tan invisible en tus causas y tan visible en tus efectos… El Dios de los desiertos, de las montañas, los valles nemorosos, las ínsulas extrañas …
R.R.

 

Música:  Ayla Schafer – Listen, water brings a message

 

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