Testimonio A.:
Este fin de semana hemos tenido la oportunidad de celebrar, de compartir, de Ser en Berriz. Bajo el influjo de la música vibrante de los mantras, de los paseos meditativos que invitan a vivir, de un silencio penetrante que conlleva a la auto-cuestión; hemos ahorado. Un ahorar al que damos la espalda alejándonos de nuestra esencia Una, y que tanto dolor nos crea. Este retiro no es más que un recordatorio de lo que ya somos, de lo que tenemos olvidado, de hecho, de eso se trata; de recordar algo que reside hondo en nuestra huella humana, y de “soltar” un modus vivendi disfuncional basado en el desapego hacia lo/los demás. Si tuviera que resumir en palabras la experiencia del zen sería algo así como: – aprender a vivir. -, no es más que eso. Gracias a actividades como la de este fin de semana, tenemos una redirección de ese aprendizaje de vida que se manifiesta en cosas tales como; el sentir de la hierba en la planta del pie, el micro movimiento y balanceo del Kinhin, el umbral que otorga el silencio en las sentadas, el ruido de las bellotas dejándose caer del roble que nos recuerdan que la semilla no es ella sino nosotros, el canto de celebración de los pájaros cuyo lenguaje traducido sería; – Ahora-. Animo a todos a una vida de conciencia que, aunque poco a poco, se va abriendo en un mundo que está abocado al despertar.
A.