Harto de las palabras…

 

Harto de palabras, mi oído no alcanzaba hoy a calmar la nostalgia de tu presencia; más el murmullo de tu hontanar, que avivó aún más mi sed hasta el extremo, me acercó a la fuente del silencio. Aunque algo extenuado, te doy las gracias de haberlo hallado donde siempre estuvo. Y en su brocal ahora me apoyo, y bebo en espera del alba.
El imán de la ausencia, tu reclamo
Hay ecos -me contó Hugo-
que no son de las palabras
son del aliento,
no nos repiten
nos convocan a escuchar
lo que para decirse nos llama.
PIENSO QUE NO SE TRATA DE SER CREYENTE O SER ATEO, SINO DE ESTAR ABIERTO O CERRADO A LA ESCUCHA DEL MANANTIAL DE LA VIDA,
SU SUELTO SUSURRAR…
…Yo guardo tus palabras en mi cuerpo,, y el que las oiga un día recibirá una ráfaga de trigo y amapola…» (P Neruda, Los versos del capitán)
Te bastas sola
para besar el sol
bella amapola…

R.R.

Música:  Now we are free – Hans Zimmer

En la Nada somos lo que somos

En la Nada somos lo que somos; en la vacuidad emerge la Noticia de nuestro sentido aquí y ahora.
Nacimos para ser artistas de la vida, somos nosotros la materia prima de semejante obra de arte, y el objetivo –si de objetivos aquí pudiera hablarse- de la meditación es transformarse de arriba abajo, cuerpo y mente. Convertirse en verso. Todo ello rompe con el sentido común, con el mundo de los conceptos, para habitar y dejarse habitar por esa realidad que no existe en la existencia, que simple y llanamente ES. El verdadero poeta extrae del humus de ser aquello que en su fondo late: el vacío el vacío mismo del Ser, libre de aderezos, para luego ver su rostro y rebautizarlo…
Aún más: una vez salida a la luz la estrofa, el poeta quisiera des-nombrarla de nuevo; des-bautizarla de nuevo, para ganar en la ausencia la presencia de aquello que es su nostalgia más allá de las palabras. Por eso comprendemos que el poeta no sólo no tema a la nada, sino que, además, se sienta incluso atraído por la plenitud que encierra.
R.R.

Múisca:  Bab´aziz – Armand Ama

 

Amar Ahora

Amar, AMAR AHORA, en tiempos de intemperie, es ejercer la Confianza, incluso hallarse arraigado en el mismo corazón del desarraigo. Porque confía, mi mano abierta es dádiva que espera…
Me acojo en su Vacío. Sé que todo esto se dice pronto, pero aun mejor sé que lo vivo y que vive más allá de la literatura.
El lenguaje no se reduce a lengua. El acto creador tan sólo se limita a vaciar el espacio interior de las palabras que lo colonizan y dejarlas flotando, sin más asidero que el Vacío del que surgen, para, seguidamente, colocarlas, suspendidas, en el hueco asentamiento del Origen, donde nada ni nadie habla. Alcanzar el difícil arte en el que la palabra, silenciada en el lecho de su propio manantial, deguste en esa expectante vacuidad el sabor del profundo mutismo que traspasa las entrañas de sus rimas silenciosas. Arañar las fronteras vacías hasta perforar las sombras ilusorias que envuelven el Ser. Hundirse, hasta embriagarse, en el licor de la Oquedad que está fuera del tiempo, en ese espacio sin formas donde la palabra, por muy bella que fuere, apenas balbucea su intención de resistirse a hablar, siendo ella tan sólo un barrunto de esa intención primigenia del ser humano, reprimida y olvidada, de permanecer callado en la experiencia del Ser.
La rama tiene sus pájaros fieles
porque no ata,
ofrece
(Pedro Salinas)
Deslizarse confiado, por las espaldas de la Nada, por su oferente gratuidad, por el envés del Ser, por el dorso vacante del lenguaje olvidado a causa de la incontinencia verbal de los discursos: el Gran Silencio que habita las palabras, antes de que estas se dejaran decir…
Ya es hora de sellar el poder del desolado lugar común, de horadar sus acotadas tribunas abismales, hasta que, más allá del ruido, se deje atisbar el portal donde mora aquello que, generoso y disponible, en cada instante ofrece la plenitud de su vacío cuenco. Transformarse en su silencio vacío, ser sólo su vacío. Y regenerarse en la sola sensación de ser para seguir hablando a través de la no-palabra que mana del Todo. Y, siendo Nadie, transformarse en
Testigo de la Nada
que todo habita,
que nos dona Fuerza,
la que nos plenifica,

 

 

música:  Presence – Bill Douglas

 

 

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