Meister Eckhart: El Nacimiento de Dios en el alma

“Cuando el hombre ha de realizar una obra interior es preciso que recoja
todas sus fuerzas en cierta forma en una esquina de su alma y se oculte a
todas las imágenes y las formas y entonces podrá actuar. Es necesario que
llegue a un estado de olvido, de ignorancia. Es preciso que haya sosiego y
silencio donde esta palabra debe ser percibida: no se puede llegar a ella
mejor que por el sosiego y el silencio; ahí se la puede oír, ahí se la
comprende como es necesario: ¡en la ignorancia! Cuando ya no se sabe
nada, ella se deja ver y se revela”

 

Hazte como un niño, ¡Hazte sordo y ciego! Tu propio yo ha de ser nonada, ¡Atraviesa todo ser y toda nada! Abandona el lugar, abandona el tiempo ¡Y también la imagen! Si vas sin camino por la senda estrecha, alcanzarás la huella del desierto. «El fruto de la nada» 

 

¡Ahora prestad atención y mirad bien! Si el hombre fuera siempre virgen, no daría fruto alguno. Si ha de hacerse fecundo, es necesario que sea mujer. «Mujer» es el nombre más noble que se puede atribuir al alma, y es mucho más noble que el de «virgen .«Tratados y sermones»

Lo más pequeño que se conoce de Dios, aunque sólo sea una flor, al tener un ser en Dios, es más noble que el mundo entero. Lo más pequeño que en Dios es, en cuanto que es un ser, es mejor que conocer a un ángel… Para Dios nada muere, todas las cosas viven en él. «El fruto de la nada» 

 

Virgen indica alguien que está vacío de toda imagen extraña, tan vacío como cuando todavía no era. (…) Si estuviera en el ahora presente, libre y vacío, por amor de la voluntad divina, para cumplirla sin interrupción, entonces verdaderamente ninguna imagen se interpondría y yo sería, verdaderamente, virgen como lo era cuando todavía no era. «El fruto de la nada«

 

Cuando el alma alcanza la luz sin mezcla, entonces penetra en su nonada, tan lejos de su ser creado que no puede regresar de ninguna manera por fuerza propia a su ser creado. Y Dios, a causa de su ser increado, sostiene su nonada y la contiene en su ser. El alma se ha arriesgado a ser anonadada y no puede, por sí misma, retornar a sí misma… «El fruto de la nada«

 

Si quieres vaciarte absolutamente de toda mercancía, de forma que Dios te deje estar en el templo, todo lo que hagas en tus obras debes cumplirlo únicamente por el amor de Dios y mantenerte tan vacío de todo como vacía es la nada, que no está ni aquí ni allí. No tienes que pretender absolutamente nada. Si actúas así, tus obras serán espirituales y divinas. «El fruto de la nada«

 

El recto ser separado no es otra cosa sino que el espíritu permanezca inmóvil ante todo asalto del cuerpo y del dolor, honor, vergüenza y oprobios, tanto como lo hace una montaña de plomo ante un viento débil. (…) Y debe saber: estar vacío de todas las criaturas es estar lleno de Dios, y estar lleno de todas las criaturas es estar vacío de Dios. «El fruto de la nada» 

 

¿Adónde tengo, pues, que ir? Absolutamente a ninguna parte, a no ser a una naturaleza desnuda y vacía: ella me podría enseñar lo que yo le preguntaba con palabras… Toda perfección reside en aceptar sufrir la pobreza, la miseria, el oprobio, las contrariedades y todo aquello que pueda suceder… de forma voluntaria, jovial y libre, con placer y apaciblemente, sin estremecerse, y así permanecer hasta la muerte sin ningún porqué. «El fruto de la nada«

 

Aquí el fondo de Dios es mi fondo, y mi fondo es el fondo de Dios…Desde este fondo interior debes hacer todas tus obras, sin porqué…Si alguien se imagina, verdaderamente, que por la interioridad, la devoción y la gracia especial va a recibir más de Dios que junto al hogar o en el establo, entonces no hace algo distinto que si tomara a Dios y le cubriera la cabeza con una manta…Quien busca a Dios sin modo, lo comprende tal como es en sí mismo… «El fruto de la nada«

 

Si quiero escribir sobre una tablilla de cera, entonces no puede haber nada escrito sobre ella, por muy noble que sea… Si a pesar de todo quiero escribir, entonces debo borrar y vaciar todo lo que está sobre la tabla, y ésta nunca se me presenta tan bien para escribir como cuando no hay absolutamente nada. De forma muy parecida si Dios…Debe escribir en mi corazón, entonces debe salir todo de mi corazón. (…) El corazón separado no pide absolutamente nada… Por eso permanece vacío de todos los rezos, y su oración no es otra cosa que ser uniforme con Dios. «El fruto de la nada«

 

Cuando el alma llega a lo uno y allí entra en un rechazo puro de sí misma, encuentra a Dios como en una nada. A un hombre le pareció en un sueño �era un sueño de vigilia� que estaba preñado de la nada, como una mujer lo está de un niño, y en esa nada había nacido Dios; él era el fruto de la nada. Dios había nacido de la nada. (…) Veía a Dios, en quien todas las criaturas son nada. Veía a todas las criaturas como una nada, pues Dios tiene en sí a todos los seres…La nada era Dios. «El fruto de la nada«

 

El sexto grado es cuando el hombre ha sido desnudado de su propia imagen y transfigurado por la eternidad divina, y ha conseguido un olvido totalmente perfecto de la vida perecedera y temporal…Por encima no hay más grados, y allí hay paz eterna y bienaventuranza. (…) Cuando un maestro hace una imagen de madera o piedra, no introduce la imagen en la madera, sino que corta las astillas que han ocultado y recubierto la imagen; no añade nada a la madera, sino que golpea y esculpe la cobertura y saca la escoria y entonces resplandece lo que estaba oculto debajo. Ese es el tesoro que estaba oculto en el campo. (Mateo 13, 44). «El fruto de la nada» 

 

 

 

.

Deja un comentario