…Enorme es la fuente…

 

Enorme es La Fuente cuando el ser de la existencia se deja regar por lágrimas sin causa, y los agradecidos brazos se elevan, solos, automáticamente, penetrando los insondables cielos de la aurora. Consagrándose como Mundo. La

Ausencia, entonces, clama, fulge. Hace su aparición lo que jamás estuvo. La ausencia deviene Presencia. De ahí su imán.

Y constaté: sólo vislumbra el alba quien sabe –y no sin dolor- vislumbrar la noche.

Por eso, humildemente puedo afirmar cuán dócil a su reclamo misterioso, la luz amaneció en la quietud de mis escombros, hasta sentir su tacto. Cielo sin nubes. Ausencia del yo en la muerte de mi muerte. Desde ahí la Presencia.

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