Circular de Otoño 2021

Otoño…

COMPAÑERAS,

Ha pasado un tiempo desde la última circular. Todos hemos cambiado un poco nuestra existencia. Yo mismo, después de casi dos años me hallo en el cuerpo de un anciano de 80 años, y atravesando una delicada situación de salud que afecta a mi permanencia y actividad. Los expertos neurólogos que me atienden, jóvenes encantadores,  me hablan de una enfermedad degenerativa, pero la verdad es que a esta edad, que me entre miedo por algo degenerativo es que es para tomárselo un poco a risa.

 

Siento como Pablo: “Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día” Cor, 4)

 

Sin embargo HAY UN ALGO QUE NO CAMBIA, QUE TE SOSTIENE Y EMPUJA EL ALMA Y AFECTA AL CUERPO. Hablo de la Fuente de la Vida, hablo de la fuerza del viento del Espíritu que alienta a todo ser viviente.

 

Guardo un recuerdo de mi primera infancia, tendría yo menos de cuatro años: se trata de un dibujo que pinté después de despertar en mi cuna de madera cuando vivía en el pueblo guipuzcoano de Mondragón. Las manos y los pies de aquel muñeco salían directamente de la redonda cara exagerada. Luego, estudiando Psicología Evolutiva,  supe que los niños de cuatro años dibujan así.

 

Pero, sobre todo, más que aquel episodio infantil del dibujo a lápiz, lo que aún sólidamente retengo en la memoria es la sensación que me abordaba mientras lo pintaba: la sensación como de un Yo Soy, como algo continuo, anterior a aquel dibujo y anterior a toda imagen.

 

Sí, Algo atraviesa las épocas detrás de toda imagen,  aunque toda imagen sea efímera y fugaces sean también los pensamientos, que, van y vienen.  Me refiero a… un Algo que permanece. Y que alienta nuestra permanencia en vida. Algo sin forma ni cuerpo que me hace experimentar que sigo siendo a pesar del cambio de la edad; una presencia abierta y espaciosa que supera la duración de los objetos, y que ahora que esto escribo sigue tan presente como antes de aquellos cuatro años y el episodio del dibujo en la cuna.

 

Toda memoria, todos los pensamientos se desvanecen, igual que con  las emociones, y los dramas que en su día nos acarrearon angustia y sufrimiento. Igual, del mismo modo, que se desvanecen los amores y humores, los sentimientos y los resentimientos. Todo es absorbido por el flujo de la existencia.

 

Bueno, todo no. Insisto: hay Algo permanente y no nacido que atraviesa de norte a sur la mente pensante. Algo que permanece presente en mi conciencia al margen de los vaivenes del tiempo. Algo que no puede ser visto ni pensado, y que me procura la certeza de que es inmediatamente evidente, o mejor, auto-evidente. Algo que persiste después de los millones de eventos que nacen y mueren. Algo que se hace y muestra como sensación de ser.  Eso que al maestro Ramana le empujó a decir Soy y a Jesús le hizo decir que él era antes de Abraham. Eso, ESO que era antes de que el mundo fuera. Ese Yo, auto-evidente e inmediato, que resiste a perderse entre los objetos de mi mente. Algo inmutable e indecible, pero experimentable, que se hace Presencia mientras lees, mientras escribo. El Yo sin forma, nuestro rostro original antes de que nacieran nuestros padres. Un Algo que es de libre acceso a todo ser nacido, al margen de escuelas y maestros, Algo que lava, acaricia y cura cuando en la meditación diaria, que puede durar 24 horas, se hace transparente. Y entre agradecidas lágrimas lo agradeces, lo agradeces…porque es la misma Vida.

 

He terminado mi carrera, he mantenido la confianza (II Carta a Timoteo, 4, 7). Siento como Pablo (Corintios, 15, 55)… “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ”

 

Me abro a la acogida de aquello que brota cuando me depongo. Me abro a la nada de esta misma hoja vacía  donde escribo, que me insta a la apertura, al destello de un don, de ese Tú que cuando me aparto fulge.

Abrirme al Misterio,

callar, dejarle decir.

Dejar a Dios ser Dios…

Vaciarme, para dejar paso a la escucha,

del dictado que en todo se transciende.

No hay puerto ni parada, ni posada fija.

Todo encuentro es el brocal de otro pozo,

el umbral de otro camino,

el escalón hacia otro escalón del infinito.

Mi intención en esta sencilla circular es reafirmar la esperanza en un dios materno que se hizo persona para que las personas sin endiosarnos, fuéramos dioses, el fondo ultimo de la realidad.

RAFA REDONDO

 

Billy Oskay and Michaeal O Domhnaill –  Nihtnosie (1984)

Un pensamiento en “Circular de Otoño 2021”

  1. Gracias gracias gracias
    ‘Solo’ invita a estar, a sentir y a Ser. Me llama a ralentizar y ponerme a la escucha a agradecer.
    Siempre está allí pero qué difícil es a veces caer en la cuenta. Somos amados…somos sostenidas… somos
    Agradecida de poder tener compañeras y Almas Grandes que, sabiendo bien lo que dicen, me ayudan a despertar..
    Miles de abrazos. Gracias
    Daniela

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