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«Morir cada día»

“Morir cada día -decía Krishnarnurti- a todas las cosas que hemos adquirido, a todo el conocimiento, a todos los recuerdos, a todas las luchas-, no traspasarlas al día siguiente…en eso hay belleza; aun cuando haya un final, existe renovación».
La, vida, pródiga e incesante en su propia esencia, es la antípoda de la rutina. Consecuente con ella misma, ella misma es la sorpresa, el inagotable renacimiento, la novedad congénita. Transformarla en una rutinaria costumbre sería como un acta de defunción anticipada; pues nadie, salvo quien quiera su propio acabamiento, puede vendarse los ojos ante lo nuevo que en cada momento trae la vida.
Lo que más acerca a un individuo hacia la dicha es cuando se permite fluir y afectar por la Vida, sin someterse a responder dócilmente a preconcebidos esquemas de conducta, por muy respetables y sagrados que aparenten ser.
Rafa Redondo

 

Música:  Natalia Lafourcade – María La Curandera

Cúrate mijita el dolor con nuestra luz del sol y los rayos de la luna
Cúrate mijita el dolor con el sonido del río, la cascada y la espuma
Con el vaivén del mar que va y viene deja que te agarre
Con el vaivén del mar que va y viene deja que te ame
Cúrate mi niña con las hojas de la menta y la hierba buena
Ponle amor al té en lugar de azúcar toma y mira las estrellas.

Cúrate mijita el dolor con nuestra luz del sol y los rayos de la luna
Cúrate mijita con los besos que te sopla el viento
los abrazos de lluvia
Con el vaivén del mar que va y viene deja que te agarre
Con el vaivén del mar que va y viene deja que te ame
Cúrate mi niña con amor del más bonito
Enciende el fuego, entrega tus dolores
Que se vuelvan polvo y vengan nuevas flores.

Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores
Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores
Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores
Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores.

Cúrate mijita el dolor con el calor del sol y el frío de la luna
Endulza la mañana con aroma de lavanda, romero, eucalipto
y que venga la calma
Con el vaivén del mar que va y viene deja que te agarre
Con el vaivén del mar que va y viene deja que te ame
Cúrate mijita con amor del más bonito, haga caso a la intuición

Mire el mundo entero con el ojo aquel que lleva usté en la frente.
Cúrate mi niña con amor del más bonito
Y recuerda siempre que tú eres la medicina
Cúrate mi niña con amor del más bonito
Y recuerda siempre que tú eres la medicina.

Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores
Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores
Que se vuelvan polvo, que se vuelvan polvo todos los dolores
Que los queme el fuego, que los queme el fuego y vengan nuevas flores.

El Misterio que somos

 

Constatar en silencio
los motivos reales que nos sobran
para hacer asombrosa la existencia…
Dicen que hemos perdido la esperanza, pero el Misterio que somos se asoma en mis latidos, para anunciar que aún queda, te queda, nos queda, la posibilidad de asombrarnos como niños.
Desapropiado de mí, más nítida se me hace tu Presencia: desnudo, limitado en la humildad de ser lo ilimitado, Abbá; donde la lejanía, extinguiendo sus distancias y creencias solamente sabe de certezas..
Creemos vivir sin haber aún nacido. Podrá, quizá, Abbá entrañable, la enfermedad frenar mis brazos, dedos, lentificar mi caminar…Mas no mi gratitud ante la Fuerza del Gran Amor que fluye de ese tu manantial, que me anima y me conforta.
Rafa Redondo

Música:  Danit – Tierra

 

 

 

¡Cuánta eternidad, en ellas y ellos…!

Esa es mi angustia cuando la recia sombra arrecia: vivirme tan sólo como carne, exiliado en el cuerpo que tanto amo y desde el que te amo; repatriado del Alba que no cesa.
Ese es mi Despertar: reventar el límite corpóreo, y ver brotar surcos de fuego y luz entre mis células, tan tuyas…
Te escucho, Dios maternal sin forma, y veo, y palpo, en el latido de todo lo que en ti me vive y me revive…
Y me dejo llorar rociando tu rocío, Madre Total del Universo, mientras, armado de valor, me hundo y más me hundo en el pozo abisal de tus silencios.
Tú, Voz de toda voz, aliento en todo aliento,..
Ahora, que ya declina el día,
cuando asoma entre los surcos de mi rostro
el cansancio de las horas,
te doy mi gratitud, Fuente de Vida,
por todo el recorrido de los rostros;
por todos esos ojos, para mí tan inmensos y tan nuevos,
por donde yo también miré desde la aurora;
por esas palabras hondas, que sólo desde ti,
y a tu dictado,
yo dije,
me dije
y me dijeron.
¡Cuánta eternidad, en ellas y ellos…!
¿Cómo no haber sentido el Todo en todos?
Te doy mi gratitud, Fuente de Vida.
Ahora que declina el día…clamo a todas horas; cauce y camino virgen donde el miedo a perderte se evapora, al filo de este instante,
cuando, como niño, el asombro brota y brota…
Rafa Redondo

Música:  Danit – Naturaleza