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No se aparta la luz de quien no huye de las sombras…

En el Peine de los Vientos palpé esa Presencia hecha Viento, Vacío y roca. Materia trascendida en diosa Mater.
…Situarse allí, al declinar la tarde, cuando el sol poniente, apoyado en el pedestal de las postreras nubes, esparce su luz residual, troceada en mil haces, quebrada y repartida como un Cristo que se parte y se trocea en el Pan de cada ola.
Morir así, desprendido, disponible, entregado al Ser, fundida en la Unidad nuestra ya lograda forma, al par que la tarde se arrodilla ante su propio ocaso; allí donde el Vacío deviene disco incandescente.
Tener el coraje de transitar por tus adentros como caña vacía que el aire bambolea, donde se cuela el Viento y torna en melodía sutil, lejana, de otro mundo, Aliento que todo lo desnuda, poema sin poeta. Para al fin clamar con fuerza a esta miedosa y amedrentada tierra occidental que el Ser del Viento te acompaña, que nadie tenga miedo, que has vencido al mundo y en tu despedida lo has preñado de esperanza.

 

No se aparta la luz de quien no huye de las sombras…
(¡Cuánto se puede ver al no ver nada…!)
Ver fluir los instantes
como fluye el alba tras la noche.
Saber resistir el estallido de la umbría en plena luz,
captando, y, si es posible, celebrando, la fluencia del Ser
en la entrelínea de las luces y las sombras.
Cuando el maestro interior toma las riendas de la existencia, se ve forzado el hombre a dejar toda posesión y posición logradas. Llegado a una determinada frontera, se plantea –y no sin sufrimiento- la disyuntiva de adaptarse al entorno o saltar al vacío. Este salto comprende a la vez la destrucción total y una nueva vida. Cuando el hombre tiene el valor de dar tal salto, desaparecen la disyuntiva y las fronteras. Y todo se hace uno, Uno.

 

Música:  Bobby McFerrin – Everytime

…Buscaba yo a tientas…

Buscaba yo a tientas dónde poder posar mis brazos para remar junto a los tuyos, e igual que Tú: a contracorriente.
Al mirarme y verme sin poder nadar, se revolvieron tus entrañas – me dijiste-. Me regalaste tus brazos para siempre. Tu paciente sedal de pescador suplió mis fuerzas allá en el vaivén nocturno del Mar de Tiberíades. Me sigue acompañando, y aún tira de mí
hacia tu orilla. Lo sé.
En los desvanes de mis noches, ahora oscura, aún recuerdo entre la niebla el imborrable fulgor de tu mirada serena y compasiva cavada en mis tejidos.
Clareaba el Alba.
Y sigue clareando,
aunque es de noche.
Ellos, centuriones del miedo,
los que más miedo tienen,
invierten sus acciones en angustia,
y lo hacen diariamente.
Nosotros, sin embargo, tenemos la Fuerza
de plantarle cara, de atravesarla,
de transcenderla, de derribar
fronteras, muros, diques.
Y de sembrar la Paz.
Ese Aliento nutriente que a Vivir empuja
desde antes del Big Bang.
Mira al Miedo de frente.
Despierta. No te paralices…
No ocupa lugar,
ni cabe en los cerebros.
Ni el pensamiento, que es tiempo,
ha logrado cubrir
la limpia desnudez de la Conciencia.
Pero puedes traerla hacia tí
ligera de equipaje y de ropaje:
sentir que te atraviesa…
Te digo más:
cuando entras en sus aguas
descubres que desde antes de nacer
ya estabas empapada.

 

Rafael Redondo

 

Música:  Jerusalema Dance Challenge

 

…Artista de tu propia Vida…

 

La experiencia de Ser, en sus mismas raíces, es radicalmente Amor.
Hay veces, mejor llamarlas voces, grandiosas, muy grandiosas por cierto, en que el
discurrir de los instantes aboca hacia una comprensión inesperada. Como una presencia
que te aborda en el camino. Un encuentro; sí, esa es la palabra clave: encuentro. Y
comprendes que desde décadas eras guiado en pleno vendaval; cuidado, re-clamado,
incluso con-vocado. Ahí se entiende mejor qué es eso de la vocación, una convocatoria
que en su hondo sentido es comprendida cuando no la esperábamos; algo que, al menos
en mi caso, sucede en el ocaso, al final, no al alba. Sí, porque pienso siento y presiento
que todo ser humano ha sido vocado y convocado para hacer algo hermoso con su vida.
Para ser artista de su propia vida, y su posición de artista –decía acertadamente el poeta
José Ángel Valente- es una posición de espera, un abrirse a la escucha, un estar atento a
ese algo fundamental que en nuestra profunda entraña nos clama y nos re-clama. Y
llega el encuentro con ese pescador de largo sedal que pacientemente te esperaba. Y
marca tu vida.
Y tú ahí, dichoso, ves que has estado esculpiendo en el mármol de tu nada, en tu estatua
vacía que ahora rebosa de materia divinizada. Esculpías lo que no había, como moderno
Godot esperabas Algo, quizá Alguien que no llegaba: lo no nacido, lo que desde tu no
ser aspiraba a ser. ¡Cuán bella y certeramente lo dice el poeta y filósofo Hugo Mujica!:
…Como el tejedor teje lo que no está…
El poeta no sabe lo que busca:
escucha lo que encuentra,
lo que el crear mismo va desvelando…
…El poeta sabe obrando,
crea creando;
no crea desde sí mismo,
se entrega a sí mismo: da su lugar,
deja llegar.
Dar nuestro lugar, dejar llegar, hacerse disponible.
La Vida, al contrario de lo que hace nuestra civilización, tan ocupada en ocupar, es,
como bien lo dijo e hizo mi paisano Eduardo Chillida, un arte de desocupación, de
desocupar espacios, de hacer un hueco al Otro, su lugar. El artista de la Vida desplaza
esa función ocupante y pre-ocupante. Deja paso, ahueca el ala, se hace hueco. Un
espacio Vacío que el Amor, siempre impaciente, al mismo instante ocupa.

 

 

Masaka Kids Africana Dancing Together We Can